Con los ecos de la contundente Marcha Federal Universitaria aún resonando, el músico fue distinguido en una ceremonia ganada por la emoción: «Nos enseñaste que la cultura es la sonrisa».

Desde Córdoba

La Sala de las Américas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) todavía vibraba con el eco de la histórica Marcha Federal cuando se colmó de una energía distinta pero igual de potente: la de la emoción. En el cierre de un día agitado para la comunidad universitaria, la casa de estudios convirtió en Doctor Honoris Causa a León Gieco. La distinción al artista fue el broche de oro para una jornada de lucha y celebración, que unió la reivindicación de la universidad pública, gratuita y de calidad con el reconocimiento a una voz que le canta al pueblo.

El artista, figura consagrada de la cultura nacional, recibió el diploma de manos del rector de la UNC, Jhon Boretto. Lo acompañaban en el escenario algunos de los impulsores del reconocimiento y el intendente de la ciudad, Daniel Passerini, que no pudo ocultar su entusiasmo al escuchar al cantautor. Más de mil personas colmaban la sala, entre estudiantes, docentes, no docentes y personalidades como Rita Segato y Adriana Puiggrós. En varias oportunidades, la ceremonia se interrumpió con el grito que resonaba en las calles horas antes: “¡Universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode!”.

“Yo siempre hablo del ángel de la música. Lo conocí a los dos años y fue el primer recuerdo que tengo en mi vida: mis abuelos se reunían para cantar canzonettas italianas y comer bagna cauda. Pasó tanto en la vida que ya tengo 400 canciones compuestas y 50 discos grabados, así que el ángel de la música debe estar presente el día de hoy. Yo le voy a entregar a ese ángel mis reconocimientos porque él es mucho más importante que yo”, dijo Gieco cuando le tocó el turno de hablar, ya convertido en doctor honoris causa de la universidad más antigua del país.

Este título coloca a Gieco en un grupo selecto: la UNC ya lo entregó a gigantes de la cultura como Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Quino y Roberto Fontanarrosa; a luchadoras por los derechos humanos como Taty Almeida o Sonia Torres, la gran abuela de Córdoba; y a líderes políticos como Evo Morales, Rafael Correa o Pepe Mujica. Para el santafesino, es su segundo doctorado en la provincia –en 2019, la Universidad Nacional de Río Cuarto lo distinguió con el mismo grado– y dentro de pocos días lo recibirá de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Favaloro.

Además, Gieco recibió de manos del intendente Passerini la distinción de Huésped de Honor de la ciudad y la declaración de interés municipal por su nombramiento como doctor honoris causa. Cuando llegó una salutación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Córdoba y del Espacio Para la Memoria La Perla, el músico recordó cuando tocó en ese lugar el 24 de marzo de 2012 en una jornada histórica. En ese sentido, pidió acompañar la búsqueda de restos de desaparecidos en el marco de la causa conocida como “Enterramientos Clandestinos”. El Equipo Argentino de Antropología Forense reinició en estos días los trabajos de búsqueda e identificación en la Reserva Natural de la Defensa contigua a La Perla.

Gieco manifestó su adhesión a las marchas por el Garrahan, las rondas de los jubilados de cada miércoles y, claro está, la Marcha Federal Universitaria, todavía fresca. El temario reafirma el compromiso social de un artista que a lo largo de décadas sostuvo una coherencia inquebrantable.

Razones de la distinción

La presentación de León Gieco estuvo a cargo de algunos de los que impulsaron su nombramiento como doctor Honoris Causa. Nicolás Arata, presidente de la Sociedad Argentina de Investigación y Enseñanza en Historia de la Educación, afirmó: “En un rato serás doctor honoris causa de esta importantísima universidad latinoamericana y entre muchas otras razones será gracias a que nos enseñaste que la cultura es la sonrisa, que todo está guardado en la memoria y que la guerra jamás puede sernos indiferente. En especial esto último no lo podemos dejar pasar: nos sumamos a las voces que exigen un alto al genocidio que está teniendo lugar en la Franja de Gaza”.

Por su parte, Gabriela Lamelas, docente de la Facultad de Filosofía y Humanidades -de donde partió formalmente la iniciativa para distinguir a Gieco- explicó que “por su calidad humana y su trayectoria social, su compromiso con los DDHH y las causas de los desposeídos”, pero además porque quienes escuchan su música transitan “una experiencia estética que al mismo tiempo visibiliza las injusticias”.

“Sus canciones y su figura forman parte de la sociabilidad juvenil y estudiantil de generaciones”, dijo Lamelas, y añadió que “la circulación de su cancionero popular colaboró a desarrollar sensibilidad crítica, forjando al mismo tiempo memoria, imaginación e imaginarios tendientes a mundos más inclusivos”.

José López, docente del departamento de Música de la Facultad de Artes, expresó: “Nos hacen creer que la música es un entretenimiento o un bien de privilegio para quienes pueden permitirse el ocio. Error: la música es más importante que el dólar blue o que la llegada del hombre a la luna”. En ese sentido, trazó un paralelismo no explicitado entre las letras del músico y el escenario argentino actual, ya que “León en su juventud imaginó un país de la libertad en su sentido ancestral, un país donde haya paz y con un presidente ame la vida y enfrente la muerte”.

“Hacen falta muchos más leones como vos y no como otros. Hiciste y hacés de nuestro mundo un lugar mucho mejor. Felicitaciones, doctor”, resumió el docente. Mientras León Gieco se levantaba a abrazarlo, a un costado del escenario el intendente Daniel Passerini aplaudía fervoroso mientras gritaba: “¡Bravo!”.

Todos los himnos, todos

Durante el acto, la música se coló entre los discursos. Primero, la Orquesta Juvenil Eva Perón del Ipem N° 5, junto a la Red de Orquestas Barriales –enorme trabajo de militancia cultural y territorial que, superando todas las limitaciones materiales, acerca la música a niños y niñas de barrios populares de Córdoba- puso a más de 30 pequeños músicos en escena. Al terminar su actuación, Gieco se acercó y saludó sonriente a los chicos de la orquesta. Luego fue el turno de La Otra Orquesta, dirigida por el propio José López.

El final fue a pura emoción cuando entró al escenario Raly Barrionuevo, quien arrancó diciendo que León Gieco fue “lo más parecido a un padre, no solo en la música: en la vida”. El músico santiagueño, afincado en Córdoba desde hace muchos años, conmovió al relatar que luego de girar un año con la banda de León Gieco le dijo a la pasada que era una lástima que la gira no hubiera llegado hasta algún lugar con playa ya que no conocía el mar. “Meses después me llamó Gustavo, su manager, para decirme que León quería que fuera a una gira. Y fui a esa gira… que empezaba en Mar del Plata. Fuimos juntos a ver el amanecer en el puerto. Casi como en el cuento de Eduardo Galeano ‘Ayúdame a mirar’, puedo decir que cuando León me mostró el mar, me mostró una puerta. Y del otro lado de esa puerta estaba el resto de mi vida. Gracias León”, dijo un emocionado Barrionuevo.

Con la sala a punto caramelo, Barrionuevo tocó fragmentos de “Hombres de hierro”, “Río y mar”, “Todos los días un poco” y “Don Sixto Palavecino”. A esa altura todos sabían para quién era el micrófono disponible al lado de Raly. Gieco se paró, acomodó su guitarra y su armónica y a dúo repasaron el repertorio de himnos: “Cachito, el campeón de Corrientes”, “El país de la libertad”, “La memoria”, “El fantasma de Canterville”, “La cultura es la sonrisa” y “Cinco siglos igual”.

 

Pero antes de la última canción, la que todos esperaban, Gieco dio un último mensaje a modo de prólogo: “Por la paz sin banderas, que hay muchos genocidas dando vueltas por ahí. Los cinco países que más hablan de paz son los que fabrican las armas”. Terminó de decir eso y con su guitarra, su voz y su armónica solo le pidió a Dios.