En el marco del desmantelamiento del sistema científico argentino que lleva adelante el gobierno de Milei, La Nueva Mañana dialogó con Javier Blanco, docente de FaMAF y director de la Maestría en Tecnología, Políticas y Culturas (CEA).

En momentos en los que la administración del Gobierno nacional, a cargo de Javier Milei, ha decidido profundizar el desmantelamiento del sistema científico argentino, LNM dialogó, respecto al actual estado de la ciencia argentina, con el profesor de FaMAF y director de la Maestría en Tecnología, Políticas y Culturas (CEA), Javier Blanco.

Cómo podría explicarse el actual estado de la ciencia argentina en relación a su recorrido histórico? ¿En cuáles áreas ha habido una mayor sostenibilidad en el tiempo? 

-La ciencia en Argentina siempre ha sido un área de muchas discusiones, cambios de rumbo, logros y frustraciones. Quizá los proyectos que más se sostuvieron en el tiempo fueron los de energía nuclear, que registraron avances importantes, tanto en la investigación teórica como en los desarrollos tecnológicos. Hoy la investigación científica se encuentra en un momento de peligro.

¿Hay otras áreas en las cuales -sin la atención de las citadas- igualmente haya habido progresos significativos a través de la historia?

-Muchas otras áreas del conocimiento tienen también un desarrollo importante en el país, pero –como decía- la continuidad de la investigación científica se encuentra en un momento de serio  peligro, con recortes sustanciales en el financiamiento; empezando por los salarios de investigadores y de los presupuestos de las Universidades Nacionales, que están entre las principales instituciones de desarrollo científico del país, junto al Conicet y otras instituciones de áreas más específicas -como INTA, INTI, Conae, CNEA, etcétera-, todas están sufriendo un acoso institucional sostenido y recortes de todo tipo.

¿Cuáles son las últimas medidas que ha tomado la administración de Milei respecto a la ciencia en Argentina?

-En los últimos días, este recorte, del cual hablaba, se ha agudizado con la anulación los PICT- Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica de investigación- evaluados y otorgados en 2022, financiados por la Agencia Nacional Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. También cerró las convocatorias posteriores. Esta medida es un golpe importante a la ciencia argentina, de los más fuertes que históricamente ha recibido. En atención a esto hay que remarcar que la enorme transformación tecnológica que afecta todos los órdenes del mundo de la vida, entre ellos el mercado laboral, requiere de abordajes complejos e interdisciplinares, con aportes sobre todo de las ciencias sociales y humanidades. No se trata solamente de crear equipos de informáticos que desarrollen modelos de IA -área que igualmente se encuentra completamente desfinanciada y enfrenta una pérdida sostenida de recursos humanos de alta formación-, sino de construir sentidos y prácticas sociales que mejoren las condiciones de vida de la gente y fomenten una evolución tecnológica orientada a abrir nuevas oportunidades. La única declaración del Gobierno al respecto -que ni siquiera vino acompañada de proyectos concretos-, fue la de una supuesta inversión de alguna corporación tecnológica para instalar en Argentina un centro de datos, algo caro energéticamente, con consecuencias ecológicas negativas importantes, y que no favorece el desarrollo tecnológico local, generando poco trabajo y de baja calificación. Lo que se ve es que muy posiblemente varias líneas de investigación se perderán y continuará el éxodo de científicos. Ya varios investigadores del área hablan del “cientificidio” en curso en el país.

Cuáles son las áreas más afectadas por las decisiones de la administración nacional, y cuáles las que más afectan a la ciudadanía directamente?

-Los recortes al sistemas científico y universitario afectan todas las líneas de investigación, pero el gobierno se ensaña particularmente con las áreas de ciencias sociales y humanidades, que son, paradójicamente, fundamentales para abordar muchos de los problemas sociales actuales y los múltiples desafíos para el futuro. Los recortes presupuestarios, pero también la incertidumbre acerca del financiamiento, viene horadando el desarrollo científico en los últimos años. Muchos proyectos importantes necesitan una planificación de años.

«Los recortes al sistemas científico y universitario afectan todas las líneas de investigación, pero el Gobierno se ensaña particularmente con las áreas de ciencias sociales y humanidades».

Hay insumos e infraestructura suficientes para las investigaciones en la actualidad? 

-La infraestructura necesaria para sostener muchas investigaciones se va deteriorando y no hay financiamiento para sostenerla y actualizarla. Lleva mucho tiempo construir grupos de investigación productivos. Todo lo que se está destruyendo durante este gobierno será muy lento de recuperar, asumiendo que en algún momento se quiera recuperar una de las principales herramientas productivas y de crecimiento de un país.

¿Ha pasado la ciencia argentina anteriormente por algún periodo similar de destrucción? 

La ciencia argentina ha tenido muchos vaivenes, asociados a cambios en la estructura política. Durante las diferentes dictaduras que asolaron el país en el siglo pasado, la ciencia y la investigación sufrió distintos ataques y tuvo importantes retrocesos. Creo que el ataque en curso es el peor que se ha sufrido en democracia, por la virulencia, la magnitud y la velocidad con que se está destruyendo uno de los pilares sociales que fue además orgullo de nuestra patria. Por supuesto que pueden hacerse muchas críticas o buscar alternativas para orientar el desarrollo científico, es parte de la existencia misma de la ciencia. Pero no es eso lo que está ocurriendo.

¿Hoy hay interés en los jóvenes por ingresar a las carreras científicas?

-En los años de esta gestión de gobierno se han reducido drásticamente los ingresos a las carreras científicas y las becas de investigación para científicos jóvenes. Eso va achicando aún más un sistema científico que no era particularmente grande.

¿Qué autocrítica podría hacerse -desde el seno interno del sistema científico argentino- en cuanto al camino recorrido hasta la actualidad?

-Una crítica posible es que el sistema científico argentino -retomando las hechas por Oscar Varsavsky en las décadas de 1960-1970- ha estado demasiado estructurado siguiendo los lineamientos de grandes centros de investigación internacionales -y las pautas de publicación de las lucrativas editoriales científicas-. Pero el desmantelamiento en curso no corrige estos problemas, por el contrario, profundiza una concepción colonial de la ciencia, perdiendo autonomía y reduciendo la capacidad de imaginar y realizar futuros deseables.