En estos días en Argentina resulta más curiosa que la repetición de la historia -con sucesos conducentes hacia catástrofes ya experimentadas varias veces-, la reiteración de los intérpretes que ejecutan la destrucción -una y otra vez- sin que los damnificados se quejen.

Tras su paso por nuestra ciudad –y Tucumán- fueron varias las impresiones calamitosas y papelonescas que dejó la mini gira presidencial. Entre anuncios, propuestas y predicciones para una Argentina que solo existe –en su costado venturoso- en la divergente psiquis de Javier Milei y sus funcionarios más cercanos sus palabras solo dejaron en claro que el motor de su andar se alimenta de odios y rencores personales que se traducen en acciones que perjudican a la totalidad –o al menos a u porcentaje mayor al 80%- de los diversos sectores que conforman el tejido social del país.

La cabellera de la Medusa

En primer lugar cabría señalar en este apartado que en términos de consecuencias inmediatas- respecto del comportamiento verbal grosero e insultante que Milei ejerce sin interrupciones (contra quien se le ocurra)- le costó caro al inconmensurable ego de Javier Milei el chistecito socarrón de hacerle llegar elípticamente a los presidentes de Colombia y Chile –Gustavo Petro y Gabriel Boric, respectivamente- un mensaje en X que rezaba sobre ellos : “poniendo zurdos en su lugar”. Casi al mismo tiempo-y con efectos lapidarios- Petro publicó un mensaje en redes que simplemente dice: Aquí la foto. En la foto que Petro reprodujo dentro del cuerpo del mensaje -de contestación al agravio- se ve a un entusiasmado presidente Javier Milei estrechándole con mucho entusiasmo la mano al presidente comunista Xi Jingpin-. En definitiva -en la chicana- el presidente argentino quedó sepultado y transformado –una vez más- en el hazmerreír de todo el espectro político mundial. Otro de los episodios presidenciales vergonzantes -en la interminable serie de despropósitos mayores de Milei- fue protagonizado el pasado viernes -en las instalaciones de la Bolsa de Comercio de Córdoba- a través de la enunciación de una deshilvanada perorata que tuvo como finalidad el atacar, mediante pretendidas sutilezas irónicas, a un periodista -otro más- cuyos análisis, juntamente con la información que difunde en su espacio mediático audiovisual (un día por semana), irritan y sacan al presidente argentino. Con la sutileza de un paquidermo en una cristalería Milei se dirigió al periodista –sin nombrarlo- con un surtido de epítetos del tipo de: “imbécil”, “farsante”, “operador” y “mentiroso”. También lo señaló como pedante y jactancioso. A renglón seguido pasó a dar pistas para que al periodista se lo pudiera identificar –pretendiendo evitar el riesgo de enfrentar una denuncia directa por parte del comunicador- aludiendo a que tiene un programa semanal en televisión y a que –en una apreciación tan ridícula como desubicada-: ¡envidia mi cabellera!. Uno podría pensar que un periodista que cumple con todas las características enunciadas por Milei es el conductor del programa semanal Odisea –que transmite la señal LN+-, Carlos Pagni, poseedor de una notoria calva. Pero claro, deben ser puras coincidencias y quizás se haya referido a cualquier otro. Sea como fuere quien hubiera podido envidiar –con algún atisbo de sensatez en el deseo- la cabellera del presidente de los argentinos quizás hubiera sido la Medusa –aquella figura mitológica griega que poseía en su cabeza, en lugar de cabellera, un enjambre de serpientes (lo que, obviamente, le impedía contar con asistencia de peluqueras y peinadoras)-. Y quizás también la comparación con la Medusa sea atinada en virtud de la voluntad y capacidad de daño de ambos sujetos comparados.

Siguiendo con las melenas hay otro personaje mitológico/literario –con una figura poco favorecida- cuya cabellera no luce, precisamente, un corte de estilista. Es el Grinch, enemigo acérrimo de la celebración navideña. Este personaje traumatizado es dueño de un fuerte resentimiento contra la felicidad de las personas en tiempos navideños. Caracterizado como un ser peludo, malhumorado y misántropo -que solo se preocupa por él- vive alejado del mundo que está habitado por las personas, y elabora planes para robarles regalos, adornos y comida mientras duermen -para evitar que festeje la Navidad-. Volviendo a Córdoba llama la atención la nutrida cantidad de personas que transita las calles del centro de la ciudad capital de nuestra provincia durante los últimos días hábiles de la semana que concluye. Esta multitud señalada marca, en la observación, un fuerte contraste con la escasa presencia de clientes adentro de los comercios. Al mismo tiempo la pronunciada ausencia de arreglos decorativos y ornamentales –propios de la navidad- en las vidrieras de los establecimientos comerciales transmite una rara sensación de estar en presencia de una muy diferente conducta en el consumo propio de la época del año. A la vez quienes habrían podido tener –aparentemente- buenas ventas son aquellos vendedores callejeros -que exponen sus mercaderías sobre un manto o un pequeño quiosco de lata-. Sin saberse muy bien cómo, ni porqué -ni pensando en quién- se figura como posible que el personaje, interpretado por Jim Carey en el film del año 2000 (el Grinch), tal vez este año esté pasando unos días en Argentina y haciendo sus trapisondas por estas latitudes.

El futuro repitiendo el pasado (un museo de grandes novedades) 

En estos días en Argentina resulta más curioso que la repetición de la historia –con sucesos conducentes hacia catástrofes ya experimentadas varias veces – la reiteración de los interpretes que ejecutan la destrucción -una, y otra, y otra vez- sin que los damnificados se quejen y que a la vez les permitan tranquilamente volver a realizar los desaguisados acostumbrados que llevan adelante cada vez que se les da la oportunidad de retornar a la función pública. Bastaría con señalar las figuras de Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich como ejemplos de un par de repitentes consuetudinarios (funcionarios “erroristas” –como mínimo-). Claro que el “Messi de las finanzas”, Luis Caputo, bien podría tener su lugar en el podio. Tanto a Sturzenegger como a Caputo –quienes se ufanan del sostenimiento del dólar y de una supuesta baja en la inflación- les vendría bien recordar que en diciembre del año 2001 -en el mismo momento en que el estallido social se hizo presente- 1 dólar valía 1 peso y la inflación era del 0%. Lo único que hizo falta para encender la mecha fue la negativa del FMI para otorgar un salvataje de –apenas- 1500 millones de dólares que impedía sacar dólares a lo pavote para, por ejemplo, vacacionar en el extranjero. Hoy la suerte de ambos funcionarios –y del país- pareciera depender –otra vez- de otro salvataje similar del FMI, pero por un monto diez veces mayor. Y también al “profético” (el apelativo es ocurrencia del supremo Maqueda) presidente argentino podría serle útil revisar los textos de uno de sus –según dicen- predictores favoritos: Benjamín Solari Parravicini –Conan sería el otro-. En alguna de sus líneas quizás halle algunas advertencias respecto a las consecuencias que traen aparejadas ciertas acciones personales que afectan al colectivo social.

Seguridad, un escenario con cadáveres reales y obras de utilería

La actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich -quien en 2001 recortó un 13% del salario de los jubilados desde el Ministerio de Seguridad Social, y quien también luego fuera entre -2015 y2019- ministra de seguridad -, una vez más se encuentra involucrada (desde su función) en un caso de muerte de un joven –el bagayero salteño Fernando Martín Gómez,- por el accionar de las fuerzas del orden que están bajo su órbita. El episodio que acabó con la vida del joven habría sucedido-según el relato oficial (muy diferente al de los vecinos y lugareños)- dentro del marco de acción de un operativo contra el narcotráfico. Como en los luctuosos hechos acontecidos durante el gobierno de Macri con el mismo ministerio a su cargo –el asesinato de Rafael Nahuel y la más que sospechosa muerte de Santiago Maldonado- en ambos episodios estuvo involucrado parte del personal de la Gendarmería Nacional al igual que lo está hoy en el caso del joven salteño recientemente fallecido. En otro orden destaca la fallida –y vergonzosa- inauguración de una cárcel en la provincia de Santa Fe –más precisamente en Coronda- en el transcurso de la semana. La burlesca puesta en escena fue tan burda que hasta el propio gobernador Pullaro dejó a la ministra librada a su suerte –o a su desgracia- toda vez que fue advertido de que la supuesta cárcel de alta seguridad a inaugurarse no era más que una puesta en escena con la obra edilicia a medio hacer, y que además los presidiarios que iban a ser mostrados ante las cámaras –hecho que finalmente tuvo lugar- no eran más que un grupo de convictos traslados hasta las “flamantes” instalaciones penitenciarias para luego ser devueltos a las prisiones que tienen destinadas desde hace tiempo. Sumado este episodio a la reciente divulgación en medios afines de un video casero -de pésima factura actoral- en que 4 encapuchados (muy parecidos a unos tristes cazafantasmas de Carnaval) amenazaban a la ministra y al gobernador Pullaro-, y a los que también se les podría agregar el anuncio del accionar de un grupo terrorista vegan. Todo esto en conjunto viene a conformar una gran montaje -con utilería y extras de pobrísimo o inexistente presupuesto económico- que pretende oficiar como berretísimo paisaje de un supuesto estado de situación de inminente violencia –que incluye filmaciones divulgadas de colaboradores libertarios practicando tiro- tendiente a servir de excusa para emprender acciones represivas de gran envergadura sobre la ciudadanía. Al ser publicadas estas líneas -y siendo estos los tenores socio/políticos de los prolegómenos previos al 24 de diciembre- no es factible saber por anticipado cuán buena será la Nochebuena, ni cuán feliz será la Navidad.