La creciente hostilidad hacia la ciencia y las universidades públicas en Argentina alcanzó un nuevo nivel de gravedad: un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Conicet fue atacado durante un trabajo de campo en Potrerillos, Mendoza. Según denuncias, los agresores, identificados como militantes de La Libertad Avanza (LLA), profirieron amenazas, insultos y hostigamientos en línea con el discurso de odio impulsado desde el gobierno de Javier Milei.
Los hechos ocurrieron durante la realización de prácticas geológicas obligatorias para la carrera. Los agresores se filmaron jactándose de sus actos, viralizando el incidente como un acto de lealtad política. En un video difundido en redes sociales, afirmaron: “Estuvieron los zurdos del Conicet y la UNLP […] Agresivos son ellos cuando le roban al Estado. Eso es lo que tenemos para decir: que se vayan a bañar, como dice el Presidente”.
El nivel de violencia escaló hasta requerir la intervención de la Policía y derivó en una denuncia formal ante la Fiscalía de Luján de Cuyo. La asamblea de trabajadoras y trabajadores del Centro de Investigaciones Geológicas (CIG) expresó su enérgico repudio: “Estas agresiones no solo ponen en riesgo nuestra integridad, sino que representan un atentado contra la enseñanza y el derecho de los estudiantes a formarse en un ambiente seguro”.
Este episodio no es un hecho aislado. Un mes atrás, estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes fueron atacados con gas pimienta por manifestarse contra el desfinanciamiento de la educación superior. Asimismo, sectores vinculados a LLA han comenzado a presentarse como “el brazo armado” del gobierno, reforzando un discurso que promueve el odio hacia las instituciones educativas y científicas.
Ernesto Schwarz, director del CIG, denunció la escalada de violencia: “La persecución al colectivo de Ciencia y Técnica es una cuestión realmente terrible. Las difamaciones constantes y el discurso oficial han generado un clima de inseguridad que pone en peligro nuestras actividades cotidianas”.
Por su parte, estudiantes y docentes remarcaron la importancia de estos viajes de campo para la formación académica. Una alumna expresó: “Esto es parte de nuestra carrera, son días obligatorios para recibirnos. En lugar de cuestionarnos, que auditen cómo estos viajes se han reducido por falta de presupuesto”.
Lejos de buscar soluciones, los agresores replicaron la narrativa oficial de “auditar” a las universidades públicas, justificando sus actos como una lucha contra el “despilfarro estatal”. Saludaron incluso a Donald Trump, en un guiño al ideario ultraderechista que parece guiar su accionar.
La comunidad científica exige garantías para trabajar sin miedo a represalias. Mientras el discurso del odio encuentra eco en sectores radicalizados, la violencia política se consolida como una herramienta de intimidación hacia quienes sostienen la educación pública y el desarrollo del conocimiento en Argentina.