Según el último informe de la UCA, el 41,3 por ciento de la población argentina reside en hogares que recibieron alguna ayuda social vinculada con transferencias de ingreso. Contención o estallido: las alternativas del próximo gobierno frente al polvorín.
Bajo la consigna “no hay plata”, el presidente electo Javier Milei anticipa un severo recorte en los planes sociales, quita de subsidios –que más afecta a los sectores de menores ingresos—como al transporte y la energía, congelar la actualización del salario mínimo, de referencia al sector informal del salario mínimo y la paralización de la obra pública que afecta el empleo formal. Se trata de una barrera de contención que podría amortiguar el salvaje ajuste que llevará a cabo el libertario, con alza del dólar y un proceso de inflación que se seguirá espiralizando.
El estudio del Observatorio de la Universidad Católica Argentina (UCA) advierte que, si se evalúa el alcance de las medidas distinguiendo el tipo de ayuda social, el 41,3 por ciento de la población reside en hogares que recibieron alguna ayuda social vinculada con transferencias de ingreso (Programa Alimentar, asignaciones familiares no contributivas, programas de empleo, etc.)”.
De acuerdo con el informe, el 24,2 por ciento de la población declaró haber recibido en su hogar algún bolsón, vianda o haber retirado alimentos de comedores no escolares. 2Cabe señalar que, en ambos tipos de ayuda, es en los hogares de estratos bajos, con déficits educativos, y en condición de pobreza y/o inseguridad alimentaria en los cuales se evidencia un mayor alcance de la ayuda social”, señala el Observatorio de la UCA. Sin embargo, a diferencia de otros momentos históricos, la pobreza no resulta un problema exclusivo de quienes se encuentran desempleados o trabajando en la informalidad. Un estudio realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), orientado a buscar una explicación a la consolidación de la pobreza, se detiene en analizar la evolución del salario de los trabajadores registrados.
La brecha de ingresos entre los trabajadores de más alta y más baja remuneración, más que duplica la brecha de ingresos entre la ganancia media de los empresarios y la remuneración media de los trabajadores asalariados. Frente a la pobre creación de más y mejores empleos, y la imposibilidad de generar mejores remuneraciones, el gasto en transferencias sociales ha sido el mecanismo por excelencia más eficiente para mantener una relativa paz social. Sin este aumento en el gasto social la pobreza sería muy superior.
La falta de acceso al empleo y a la seguridad social constituye la dimensión en la que el déficit presenta mayor incidencia, el 35,7 por ciento de la población reside en hogares que no tienen ingresos por empleo registrado o jubilaciones o pensiones contributivas. Asimismo, una proporción cercana a 3 de cada 10 hogares presentaba situaciones de privación en el acceso a la educación esto implica que el 30 por ciento estaba compuesto al menos por un niño o adolescente que no asistía a instituciones educativas formales o adultos con rezago educativo (para la población la proporción alcanza al 13 por ciento). Los niveles de privación en relación al acceso a la salud y la alimentación, el acceso a servicios domiciliarios y a un medio ambiente saludable se encuentra en valores algo más reducidos, aunque significativos alcanzando a 1 de cada 4 hogares y a 3 de cada 10 personas.