Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei prometen implementar una serie infinita de quitas de derechos para los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad
ANÁLISIS
Pequeños (en casos imperceptibles) cambios en la atmósfera social –mayormente provenientes de los frentes de alta presión económicos- se dejan percibir en los días previos a unas elecciones que salgan como salgan no solucionarán nada, pero que quizás -algunos resultados mediantes- puedan perjudicar el actual estado de situación socioeconómico general del país. Igual, en este marco, los sectores opositores de derecha hunden profundo el cuchillo y gritan promesas de ajuste, reforma laboral, salarios a la baja y represión, entre otras especialidades del menú.
El perfume de la tempestad
Desde hace mucho, quizás desde 2015, la sociedad argentina pareciera estar constantemente a las vísperas de algún acontecimiento catastrófico -para su realidad socioeconómica- proveniente desde los factores de poder –que el común de la gente de a pie vincula directamente con el poder político-. Algunos de los acontecimientos temidos, como el retorno al Fondo Monetario Internacional sucedido durante la presidencia de Mauricio Macri, sucedieron y suceden, pero no con la magnitud dañina inmediata esperada, y entonces pareciera, luego de acostumbrarse a otra tristeza más, que se recobrase cierta calma hasta el próximo ataque de ansiedad. En ese ambiente de calma chicha es que el domingo 13 tendrán lugar las elecciones PASO que definirán a los candidatos a presidente que se elegirán en octubre de este año.
Promesas y amenazas
Es sumamente curioso que transitando los sectores populares de la sociedad argentina un momento sumamente crítico para su sostenimiento cotidiano -y para proyectar un mínimo futuro promisorio para sí y para los suyos- los principales referentes políticos opositores a la actual administración –desde Larreta, Bullrich o Milei- confíen en lograr un resultado positivo a partir de las promesas -¡y amenazas!- de empeorar más aún la crítica situación de los sectores populares. Así, mientras Patricia Bullrich promete implementar una serie infinita de quitas de derechos para los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad -al tiempo que amenaza con una andanada represiva incruenta y extremadamente violenta para anular cualquier intento de impedir la implementación de su plan de gobierno- quien la enfrenta en la interna de JxC, Horacio Rodríguez Larreta, ya aplica en su CABA varias de la medidas que Bullrich promete para el futuro; y su compañero de fórmula, el radical Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, ya aplica en su provincia la represión extrema con la que amenaza Bullrich. Además, como si esto fuera poco, el espacio de Larreta ha enviado -Martín Redrado mediante- un mensaje audiovisual en inglés a los sectores de poder de los EEUU aclarándoles que ellos tienen todo armado para, primeramente arreglar y conceder al FMI todo lo que pida, luego implementar como sea -por decreto si es necesario- todas las reformas juntas y al mismo tiempo (la laboral, la impositiva, la de la reforma provisional, etc.), y finalmente hacerles saber que cuentan con la totalidad de las fuerzas de seguridad – entre las que destaca a la policía de CABA- listas para cumplimentar órdenes represivas del máximo tenor posible a fin de impedir cualquier posibilidad de frenar las medidas antipopulares que tomarían de llegar al poder. El restante postulante opositor en juego, Javier Milei, ofrece un menú –en varios pasos- cuya entrada inicia con la eliminación de la salud y la educación pública y gratuita, acompañado esto de una pulverización de los salarios- dolarización mediante-. Si acaso alguna de estas propuestas –no ya los postulantes- resultara ser la escogida por la mayoría de la población argentina sería un caso de difícil comprensión sociológica.
Tan distintos y tan iguales
Por otra parte, la encrucijada central ante la que se encuentra el oficialismo –UxP-, principalmente el candidato y actual ministro de economía Sergio Tomás Massa es intentar convencer que lo malo de la situación actual se debe en gran parte a una serie consecutivas de calamidades de gran envergadura: la primera fue la administración de Macri, luego siguieron la pandemia y la sequía- y en parte a una serie de decisiones desacertadas que estuvieron lejos de su zona de dominio. Igualmente el aumento de la desigualdad durante la actual administración nacional es inocultable. Se le hará difícil a Massa explicar cómo y por qué hoy en Argentina -en un gobierno peronista- les va bien a quienes son los votantes de JxC -o Milei- y les va mal a quienes son históricamente votantes peronistas. Este desafío es grande.
Plata o heces
Lo cierto es que algunos de los participantes en estas PASO ponen en juego la casi totalidad de su carrera política a futuro. Posiblemente quien más apueste sea Larreta; porque al irse del ejecutivo de CABA, y de perder la interna contra Bullrich quedaría en Pampa y la vía. Por su parte, la estabilidad política de Massa depende más de su desempeño como ministro que de su resultado en las PASO; claro que de no ser de los dos más votados en las PASO su performance de cara a las generales distaría por mucho de ser auspiciosa. Los casos de Bullrich, Grabois y Milei son semejantes en muchos sentidos, el principal es que de no obtener los resultados pretendidos igualmente habrán acumulado poder a lo largo de la contienda –a no ser que sus resultados finales respectivos sean de vergüenza-. Otro aspecto en común que presentan estos tres candidatos es una marcada debilidad en cuanto a los “aparatos”, necesarios en una elección para el cuidado de los votos en relación a los adversarios que enfrentan.
Córdoba, la perla del centro
Mientras tanto se van cerrando las campañas la relevancia de nuestra provincia se pone cada vez más de manifiesto. Desde que los votos cordobeses catapultaron a Macri hacia la presidencia, la importancia del comportamiento electoral de la ciudadanía provincial ha resultado fundamental para el espacio de JxC-. Por ello, desde JxC intentaron tibiamente nacionalizar la elección a gobernador cordobés, pero nacionalizaron (absurdamente, o “al pedo” al decir de De Loredo) la elección para intendente de nuestra capital. Gracias a esta decisión los cordobeses hoy conocen las caras –derrotadas- de todos y cada uno de los dirigentes relevantes de JxC. Lo cierto es que esta provincia descontada como “amarilla” luego de la derrota de De Loredo (más cuando el triunfo de Passerini se celebró cantando la marcha peronista)-, y que era considerada indubitablemente como una proveedora de un inmenso caudal de votos para la causa cambiemita, hoy dista mucho de ser una certeza absoluta. Por otro lado, estas PASO cuentan en Córdoba con la particularidad de presentar un candidato a presidente surgido desde las entrañas de la provincia, Juan Schiaretti, cuyo papel en las elecciones del domingo es una incógnita tanto a nivel nacional como provincial. En medio del frenesí que fueron las elecciones cordobesas para gobernador e intendente Schiaretti intentó un acercamiento a Larreta, pero el encuentro no fructificó -y la alianza no se conformó-. Hoy una pregunta es: ¿Cómo habrán quedado las situaciones –y los vínculos- de Schiaretti, Larreta y Llaryora luego de ese escarceo impúdico -y de que sonara la marchita en el triunfo de Passerini-? Y otra pregunta más sería: Si Schiaretti iba a formar una alianza con Larreta -y hoy va solo- ¿a quién le quitará más votos, a Larreta o a Bullrich, o a Massa? Las incógnitas quedarán despejadas el domingo a última hora.