El estado mafioso paralelo en acción

Cuando se trataba de abrir causas contra kirchneristas, valió todo; escuchas ilegales pero intrascendentes, fotocopias falsificadas y declaraciones logradas con extorsiones. Como ahora se trata del patrón de la Corte, el juez sobractuó y cerró la causa con la velocidad del rayo.

El fiscal Carlos Stornelli, que aconsejó al juez Sebastián Ramos rechazar la acusación porque la prueba fue obtenida de manera ilegal, está acusado de haber hecho espionaje ilegal en sus causas. El apuro sobreactuado de Ramos para levantar la feria y cerrar el juicio contra su jefe, Horacio Rosatti, con una perorata sobreactuada sobre la obtención irregular de pruebas, asemejó al mayordomo que obedece. Tanta sobreactuación es delatora. El escenario de corrupción en la justicia es insultante. La obtención de la prueba fue irregular, pero la prueba es verdadera y demostró la complicidad de la Corte con el gobierno de la CABA.

Esa realidad dice: “hay millones de argentinos que deberán hacer su vida en este país, con la Justicia en contra”. No porque sean delincuentes, sino porque la corrupción está entre los jueces y fiscales. La Justicia actúa como un partido-policía que persigue al que pretenda afectar intereses poderosos o actuar contra la desigualdad. Es un partido que nadie votó, cuyos afiliados tienen cargos vitalicios. Y que actúa como un Poder Ejecutivo-Legislativo-Judicial paralelo y mafioso que se superpone y obstruye a los poderes republicanos.

Hay un decorado de democracia que apenas resiste a los verdaderos poderes que definen desde la inflación y los saltos del dólar, los precios de las prepagas o de las telecomunicaciones. Al mismo tiempo que se conocía el fallo de Ramos, el ministerio de Economía trataba de enfrentar las presiones sobre el dólar por parte de un grupo de fondos de inversión que buscan una devaluación en un año electoral.

Pero las escenografías se destruyen cuando termina la actuación. Es cartón, papel maché, disfraces y caretas. Es una ilusión que no puede ser eterna, porque las ilusiones no lo son. ¿Cuánto puede durar esta ilusión de democracia? Hay un punto de inflexión donde la impotencia se convierte en acción, la ilusión se rompe y lo imposible se hace realidad. Y los protagonistas de esa ilusión aparecen como lo que son: bufones, farsantes y mercachifles. Y la verdadera Justicia les llega.

Dos o tres años antes de su caída, parecía que la dictadura militar sería eterna, inamovible. Dos años antes del final de su mandato, parecía que Carlos Menem había llegado para eternizarse en el peronismo y en el gobierno. Mauricio Macri destrozó en pocos días gran parte de lo que habían logrado los doce años de gobiernos kirchneristas. Otro que había llegado para quedarse y ni siquiera pudo reelegir.

Sin embargo, Macri fue el gran arquitecto de este artefacto ilegal compuesto por una enorme deuda externa que condicionará la política económica por largos años, por la colonización de sectores estratégicos del Poder Judicial que sostiene las políticas conservadoras más allá de los períodos de gobierno, por el espionaje sistemático como herramienta de control: carpetazos, escuchas ilegales, chantaje y extorsión. Existían desde antes, pero Macri fue el que instaló ese conjunto de funcionamientos delincuenciales como sistema integral de control y gobierno.

El artefacto subdemocrático incrustado en el aparato estatal, fortalecido por las corporaciones de medios, permanece cuando los gobiernos que lo alimentan se retiran y se convierte en un poder paralelo que obstruye a otros gobiernos.

Cuando Cristina Kirchner dijo que no renunció a una candidatura en esta campaña, sino que fue proscripta, aludió a esta función incapacitadora que cumple esa estructura. La competencia sería tan desigual que sólo serviría para legitimar al sistema que la circunscribe y la restringe. Obliga a correr con el freno puesto.

La prueba que rechazó Ramos surgió del enfrentamiento de dos sectores internos del PRO ligados a los organismos de inteligencia. Macri tiene varias causas abiertas por espionaje ilegal. Misteriosamente ese espionaje no le pareció tan mal a los jueces macristas.

En el caso del espionaje a Cristina Kirchner, al Instituto Patria y a otros dirigentes, afirmaron que había sido obra de espías oficiales, pero que actuaban “por motivaciones propias”. Macri tiene causas por espiar a su hermana y a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan fallecidos en acción. El espionaje está probado. En el primer caso acusó a su padre Franco. Y en el segundo adujo que se trataba de su seguridad.

El fiscal Stornelli está involucrado en el espionaje inaudito de una conversación privada entre un detenido y su defensor en la cárcel y usaron esa escucha aunque no tenía ninguna trascendencia. Varios empresarios denunciaron que habían sido extorsionados para que acusaran a Cristina Kirchner en la causa “cuadernos”. Esa causa se abrió con fotocopias que puede falsificar un chico de seis años.

Como dijo Cristina Kirchner, la causa del memorándum con Irán había sido cerrada y para reabrirla usaron la escucha ilegal de una conversación entre Héctor Timerman y el titular de la AMIA en ese entonces, Guillermo Borger, que además no agregaba nada a lo dicho en público. Los defensores pidieron la nulidad de la causa. Pero el juez macrista rechazó el pedido con el argumento de que quien habla por teléfono “sabe a lo que se expone”.

Ahora, otro juez macrista dice lo contrario. En las causas anteriores, el espionaje ilegal servía como prueba porque era contra kirchneristas. Ahora que expone la venalidad de la Corte Suprema, resulta que ya no sirve más, aunque esta vez esos mensajes son verdaderos y no están falseados como las fotocopias de la causa cuadernos. Y son mucho más incriminantes.

Los argentinos deben aceptar una Corte asociada al macrismo, dispuesta a interferir con el Poder Legislativo, en favor del macrismo o las corporaciones. O a perjudicar a las provincias con la coparticipación, para favorecer al único distrito donde gobierna el macrismo. Todo el país sabe la verdad, pero tiene que hacer como si la ignorara. Será un país de hipócritas y tontos haciendo como si tuvieran una Corte independiente. Un país de hipócritas y tontos haciendo como si vivieran en democracia.

Esta estafa prevalece al comienzo de una campaña electoral. Hay candidatos que correrán con ventaja, como sucedió desde el primer gobierno de Néstor Kirchner, cuando la corporación de medios, en especial el diario La Nación, le advirtió que no duraría un año si anulaba la legislación de impunidad que impedía el juicio a los genocidas. Kirchner pudo destituir a la Corte menemista de la mayoría automática, que hubiera actuado como hace ahora la Corte actual, en defensa de los genocidas. Pero el Estado mafioso paralelo comenzó a funcionar a pleno contra los gobiernos de Cristina Kirchner, cuando la oposición comenzó a nuclearse alrededor de Macri.

La hipocresía llegó al punto que el macrismo –que creó como Estado paralelo, mafioso y antidemocrático–, criticará a los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que asistirán la semana que viene a la Cumbre de presidentes de la CELAC. Se rasgan las vestiduras por lo que ellos dicen que pasa en otros países, pero ellos hacen en este país lo que critican: socavar la democracia. Sin autoridad moral, critican hacia afuera lo que ellos hacen en Argentina.