El invento de un niño africano es replicado en Córdoba por Pumakawa para evitar que los dueños de campos y puesteros maten ejemplares de esta especie vulnerable.

src=»https://lmdiario.com.ar/download/multimedia.normal.b3b559e56f8f4cd0.50756d616b61776130303030335f6e6f726d616c2e77656270.webp» alt=»Pumakawa00003″ />

El pueblo masai tiene por costumbre que cada niño de entre 6 y 9 años cuide las pocas vacas que conforman el más preciado patrimonio familiar. Richard Turere era uno de ellos, un niño más en la sabana keniata desvelándose por ahuyentar a los leones que se escapaban del parque nacional Nairobi y estragaban el ganado local.

Hace poco más de una década, la muerte del único toro que tenía el padre de Richard hizo que el joven comenzara a pensar cómo hacer para ahuyentar al felino predador. Primero intentó con fuego, que al león estimuló; luego, probó sin éxito un espantapájaros, y anduvo así hasta que el azar le trajo la solución.

Como notó que los leones tenían miedo a las luces móviles, miró qué tenía a mano y diseñó un dispositivo con una batería de auto, una llave interruptora en desuso, cables y unas lámparas viejas. Esos destellos intermitentes colocados en los corrales de la familia Turere acabaron con el problema de los leones, contribuyeron a la conservación de los felinos, presa habitual de masais enfurecidos, y rápidamente se replicaron en su aldea y Kenia toda. Tras ello, el joven ganó una beca ´para estudiar en uno d elos mejores colegios de su país y asombró al mundo en una charla Ted.

 

La solución que vino allende el océano

Mientras Richard estaba ocupado en estos menesteres, a exactos 10.984 kilómetros de distancia un incendio serrano daba cuenta de la reserva El Edén Flora y Fauna, que renació luego bajo el nombre Pumakawa. La ONG asentada en Villa Rumipal y cuyo nombre significa “el que cuida con sigilo al puma” ostenta trayectoria en el respeto y el amor por la naturaleza, trabaja especialmente en la conservación de flora y fauna nativa, y tiene al puma como emblema.

Por estos días Kai Pacha, directora, mentora y principal impulsora, está ocupada en desarrollar el dispositivo que inventó el niño Richard. Su idea es la misma que nació en la calurosa siesta de Nairobi: una herramienta para que convivan felinos predadores –aquí, pumas- y productores ganaderos, y que su “proyecto Cacu” aporte a evitar que la especie sea declarada “en peligro de extinción”. De todo eso abundó en el diálogo con La Nueva Mañana.

Cuénteme, ¿qué es Pumakawa?

Pumakawa es una ONG dedicada a la conservación de la flora y fauna autóctona. Tenemos un compromiso con las problemáticas medioambientales y socioambientales, es por eso que también llevamos a cabo actividades de educación, investigación y recreación. Es también un espacio abierto al ida y vuelta con todas aquellas personas que estén dispuestas a aportar su granito de arena.

¿Cuenta la ONG con estadísticas acerca del estado actual de la población de pumas en Córdoba? ¿Cuál es la mayor amenaza para esa especie, y qué cambios se han experimentado en los últimos 30 años?

No, en este momento no contamos con estadísticas sobre el estado del puma en Córdoba; de hecho es parte de los objetivos que tenemos este año. A través de los aportes que nos llegan de la gente, de avistajes y rastros de pumas, generamos un mapeo de la provincia con cada uno de esos datos, concretamente fotos, ubicación, fecha de avistaje. Con respecto a lo segundo, hay una amenaza que afecta a la fauna silvestre en general: la ampliación de las fronteras agrícolas y ganaderas, como también la urbanización que cada vez le va ganando más territorio a nuestros montes nativos. Esto específicamente afecta al puma, ya que se ve obligado a conseguir alimento que en su hábitat ya no encuentra y es por eso que se acerca a los campos productores a buscar refugio y presas. Ahí nos encontramos con su mayor amenaza que es el conflicto con los productores, que salen a cazarlos buscando una solución a la pérdida de su majada.

Pumakawa00001

¿En qué consiste el proyecto Cacu, cómo nació y que recorrido tiene? 

El proyecto Cacu surge a partir de la incomodidad que nos genera esta realidad, donde el puma es perseguido, “depredado” por los productores. Buscamos dar a conocer y proporcionar estrategias concretas que ayuden a generar un cambio en el vínculo entre el productor y el puma. Comenzamos acercándonos a los productores para conocer mejor la problemática desde su punto de vista. Para esto realizamos encuestas a los integrantes de la Cámara de Productores Ovinos de Córdoba, a partir de ahí pudimos visualizar mejor el conflicto y la realidad en los campos. Ahora nos encontramos visitando los campos, dialogando en persona y proponiendo soluciones que estén adaptadas a las necesidades específicas de cada productor.

Entre las acciones visibles del proyecto se cuenta el tema del dispositivo de luces en campos rurales, ¿en qué consiste?

Las luces tienen un detector de movimiento y calor que se activa cuando se acerca un depredador al corral. Cuando se encienden, prenden luces led intermitentes de 3 colores diferentes, esto genera que el puma se aleje y la variabilidad de la intermitencia genera que no se acostumbren a la luz.

¿Cómo han financiado ese desarrollo y qué escala tiene? 

Hasta ahora es financiado solo por Pumakawa, por lo que tiene escala provincial, con mucho esfuerzo. Estamos en búsqueda de refuerzos de financiación.

¿Y cómo se llega al territorio con esos dispositivos, a los efectos de que puedan ser implementados y, por lo tanto, cumplan con su objetivo?

La visita a los campos nos da una perspectiva más real de la situación. De allí se desprende la propuesta de cuál o cuales técnicas se pudieran aplicar. Algunas tienen costo, y esto lo debe asumir el productor.


Otras estrategias

Además de la colocación de luces led, desde Pumakawa proponen otras estrategias para que los productores y puesteros dejen de matar a los “leones”, como en las sierras los llaman. Una de ellas consiste en la utilización de burros y mulas protectores, que acompañan a los rebaños de ovejas y avisan cuando un puma merodea cerca. Otra medida radica en utilizar perros de la raza Maremmano-Abruzzese, de gran tamaño y versatilidad, que también ofician de cuidadores. Y una tercera consiste en la reintroducción paulatina de vizcachas, alimento natural de este felino de gran porte.