Las clases altas no demandan desarrollo económico, crecimiento, estabilidad ni tener un mercado interno prospero, sino solo poder comprar dólares y fugarlos, pidiendo que el Estado se endeude para financiarles dicho proceso.

Desde la implantación del neoliberalismo con la última dictadura militar la deuda no ha parado de crecer. No obstante la finalidad de esa deuda nunca ha sido para promover mejores condiciones de vida para la población: no se utilizó el dinero para ampliar las capacidades productivas nacionales, incrementar las exportaciones, reducir el hambre o promover el desarrollo. Todo lo contrario, el endeudamiento del país fue el principal mecanismo de sometimiento económico, postración productiva y la herramienta de colonización cultural, social y jurídica.

La deuda entonces no arrojó nunca beneficios nacionales sino tan solo la penuria generalizada. La pregunta por todo es por qué quiénes fueron responsables de dicho endeudamiento, cometiendo un perjuicio soberano gigantesco (tan grande como puede ser perder una guerra) nunca pagaron las consecuencias de sus nefastas consecuencias.

Desde históricos culpables como Martínez de Hoz, Cavallo y Pou hasta los contemporáneos Sturzenegger, Caputo y Dujovne, estos personajes siempre quedan libres, impunes y con excelentes posiciones patrimoniales al dejar sus cargos.

Incluso, lo más impactante de todo es que logran reciclarse varias veces en los distintos elencos políticos. Cavallo pudo ser el presidente del Banco Central de la dictadura, el ministro estrella de Menem y luego también actuar en la Alianza. Con el mismo cinismo e impunidad, Sturzenegger y Dujovne fueron funcionarios tanto de la Alianza como del macrismo.

Cada vez que ocupan el Estado actúan de modo idéntico: endeudan, arruinan al país y luego nunca les pasa nada, quedan en disponibilidad para volver a hacer lo mismo en el futuro ni bien aparece la oportunidad.

Para encontrar una respuesta a esto debemos buscar tal vez en quiénes se beneficiaron con sus prácticas, pues sólo pateando al chancho conoceremos al dueño. Es decir, entendiendo quienes se favorecieron podremos entender tres cosas:

1. Cómo fue que les resultó funcional la política económica que implementaron.

2. Por qué no contaron con restricciones sino al contrario, pudieron hacerlo de manera abierta.

3. Y lo más importante: la pregunta central es por qué nunca pagan las consecuencias de sus acciones.

Las respuestas a estas preguntas son claras. Quienes se beneficiaron con el endeudamiento fueron los integrantes del poder económico: banqueros, grupos concentrados, multinacionales y los grandes exportadores agropecuarios. Lo hicieron en gran medida porque gracias a la deuda pudieron fugar y dolarizar sus ganancias y patrimonios. El endeudamiento nacional sirvió para financiarles la fuga de sus capitales.

De esta manera, las acciones de personas como Cavallo, Sturzenegger, Dujovne o Caputo le son totalmente funcionales como formas de reproducir y ampliar sus patrimonios. Es gracias a la deuda que logran concentrar su capital, debilitar al país, ampliar las desigualdades y mantener a los gobiernos débiles, subyugados gracias a la deuda externa como principal mecanismo de sometimiento.

Si la deuda entonces es el modo de despojo generalizado, es igualmente, como su contracara, la forma en la cual el poder económico de este país se realiza y reproduce.

Las clases altas de este país no demandan desarrollo económico, crecimiento, estabilidad ni tener un mercado interno prospero, sino solo poder comprar dólares y fugarlos, pidiendo que el Estado se endeude para financiarles dicho proceso. Porque además, cuando existen los colapsos económicos, y esto nos sirve para saber por qué son tan recurrentes estos la Argentina, es que logran que hayan devaluaciones y, así, que sus patrimonios se valoricen más, ampliando las desigualdades. De este modo, el caos económico, las crisis y el desorden económico les son totalmente funcionales: generan disciplinamiento social y concentración económica.

Todo esto nos permite entender entonces no sólo por qué el personal técnico político se repite cada vez que tiene la oportunidad y se recicla, como también, lo más importante de todo, por qué nunca pagan por sus hechos, ya que nunca sufren perjuicios económicos, legales o de ningún tipo. Y la respuesta parece ser fácil: si alguna vez fueran presos, debieran responder con su patrimonio o tuvieran problemas jurídicos serios, el próximo elenco neoliberal no podría actuar a favor del poder económico concentrado: sabrían que si endeudaran al país pagarían un alto precio y entonces se verían inhibidos de hacerlo.

Sin embargo ello no ocurre porque el gran capital necesita al endeudamiento para reproducirse. Por lo tanto, sin garantizarles la impunidad a quienes toman las medidas en pos de ello, no tendrían forma de implementar su modelo económico, que no es otro que el de la valorización financiera. El neoliberalismo necesita ejecutores y sin impunidad no hay manera de que los haya.

* Economista. Doctor en Ciencias Sociales (UBA/UNDAV/Conicet).

Autor del libro Las crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri (en próxima aparición).