La iniciativa del gobierno nacional de cobrar un impuesto extraordinario a las 12 mil grandes fortunas de la Argentina -que poseen más de 3 millones de dólares- para paliar las graves consecuencias económicas que ya está provocando la crisis del coronavirus tiene antecedentes históricos en las figuras de José de San Martín y Martín Miguel de Güemes.
En medio de los furiosos ataques de las empresas de comunicación y los periodistas que responden a los intereses de esos apenas 12 mil argentinos (menos del 1% de la población del país), el historiador Felipe Pigna recordó que «San Martín creó este impuesto cuando era gobernador de Cuyo y estaba preparando el cruce de los Andes. Fue muy complicado porque tuvo que formatear económicamente a la provincia de Mendoza. Cuando cayó Chile en manos realistas, había que cambiar completamente a la economía. San Martín se demuestra como un gran economista y reconvierte la provincia económicamente e impulsa la agricultura, la vitivinicultura y hasta hace una verdadera revolución económica».
«Y por supuesto, tiene que modificar el sistema impositivo y ahí es donde aplica un impuesto a las grandes fortunas, a los más ricos. Y también le expropia los diezmos a la Iglesia. San Martín quería imponer este criterio de justicia, que es un criterio que prima en el mundo entero. En el mundo entero existe el impuesto a la riqueza», narró Pigna, en entrevista con el canal C5N (Buenos Aires), coincidiendo con lo expresado por otro historiador, Pablo Camogli, para el portal Misiones Online.
«Güemes, ‘el padre de los pobres’, también colocó el impuesto a las grandes fortunas y se tuvo que comer una revolución llamada ‘La revolución del comercio’ que intentó destituirlo y que fue repuesto por la ‘Revolución de las mujeres’ con el apoyo del pueblo salteño en el poder. Y ahí él va a tomar algunas represalias bastante fuertes contra aquellos que lo habían derrocado y se negaban a pagar esa ‘contribución patriótica’, como la llamó él. Y que hablaba de cierta frialdad que tenía cierta gente para las cosas de la patria», detalló.
«No eran impuestos para nada expropiatorios. Eran impuestos del uno, dos por ciento. El caso de San Martín, no llegaban al 2 por ciento. Simplemente eran una contribución que primero se pidió como voluntaria. Tanto San Martín como Güemes la pidieron al principio voluntariamente, pero después -al no tener respuesta- entonces recurren a la coerción. Alguna gente sí accedía, pero la gran mayoría no», concluyó Pigna.