l único reproche que se le puede formular a River fue haberle dado vida a Banfield hasta la última jugada del partido. El equipo de Marcelo Gallardo tuvo situaciones de sobra como para resolver el trámite con una holgura mucho mayor de la que expresa el 1-0 final. Pero aún en medio de una superioridad que abarcó cada instante del juego, hubo un momento que heló la sangre de los 50 mil hinchas riverplatenses que casi atestaron el viejo estadio Monumental.

Daniel Osvaldo (que volvió de un retiro de tres años y jugó los 20 minutos finales en lugar de Jesús Datolo), a los 41 minutos de la segunda etapa, dejó parado al paraguayo Robert Rojas y desde afuera del área mandó un remate bombeado que salió por encima del travesaño. Hubiera sido un exceso que haciendo tan poco, Banfield se llevara algo. Hubiera sido cruel que jugando y dominando como jugó y dominó a lo largo de una noche que empezó calurosa y terminó lluviosa, River no pudiera alzarse con la victoria. Tres puntos que lo arrimaron otro paso más rumbo al título de la Superliga que espera abrazar dentro de tres semanas exactas.

River desbordó a Banfield con los mismos recursos que le han permitido ganar todos sus partidos en lo que va del año. Desde el comienzo presionó alto, soltó sin pausa a sus laterales Montiel y Casco en ataque, movió la pelota por todos lados con paciencia y buen gusto e hizo la diferencia con la calidad que no se discute de Ignacio Fernandez y la estupenda actualidad de Matias Suárez, jugando del medio hacia la izquierda y entrando al área cuando era necesario. De una de esas entradas, pasado el primer cuarto de hora, llegó el único gol de la noche: Enzo Perez abrió una pelota a la derecha, Montiel dejó parado a Bravo, y su centro terminó cabeceado de pique por el delantero cordobés que batió al arquero Arboleda.