Guzmán en el Congreso, Cristina en Cuba, unidad en la acción. La misión del FMI. Los acreedores privados presionan, piden lo imposible. Sus aliados argentinos, La oposición, funcional a las contrapartes. Inflación desacelerada pero vigente. Algo sobre pulseadas y correlación de fuerzas.
“Vinieron los sarracenos
y nos molieron a palos,
que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos”
Del refranero popular español.
· El ministro de Economía Martín Guzmán describió en Diputados la corresponsabilidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la debacle económica provocada por el ex presidente Mauricio Macri,
· La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo lo propio, con las lógicas diferencias de estilo y de jerga.
· El vocero del FMI, Gerry Rice, respondió mediante razonamientos burocráticos fariseos con tono transigente, comparado con la retórica de otros tiempos.
· La misión del Fondo, encabezada por Julie Kozack y Luis Cubbedu se reunió por separado con los ministros Matías Kulfas y Daniel Arroyo. También con el titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Marco Lavagna. Según comentarios concordantes de los funcionarios argentos, las tenidas fueron cordiales y sustanciosas. Los emisarios, al frente de una comitiva de una decena de colaboradores, demostraron tener buena información previa e hicieron preguntas pertinentes. Los argentinos percibieron buena disposición, un modismo en boga.
Los bonistas privados atrincherados para el canje de deuda cantaron retruco haciendo pública una oferta para la renegociación de sus créditos. Optaron, nobleza obliga, por un canal heterodoxo: el Panorama Empresario del diario Clarín. Piden un pago adelantado de 10.000 millones de dólares cash para sentarse a conversar. El medio que les hizo de altavoz mezcla, sin beneficio de inventario, argumentos propios con algunos de los sarracenos. El Gobierno de Alberto Fernández, aducen, está desvalido. Es una máquina de cometer errores solo superada por los del gobernador bonaerense Axel Kicillof. Cristina aprieta a Alberto, lo desestabiliza. Si las tratativas fracasan, lo desplazará. Hay que acallarla, claman. Los negociadores locales han renunciado a la posibilidad del default, enfatizan sin asidero. Los van a moler a palos, traducimos. La columna casi dice “los vamos a moler”.
La disputa se plantea en esos términos. Los lobos de Wall Street cuentan con aliados del poder económico-mediático local. Cero novedades en la historia. El presidente Raúl Alfonsín padeció similar asedio durante los primeros años de su mandato, los más desafiantes respecto del establishment nacional y de las potencias extranjeras. Corría la época del Grupo Contadora, del discurso replicando con bravura y en condición de visitante al presidente estadounidense Ronald Reagan. El ministro de Economía Bernardo Grinspun (radical de prosapia nacional popular) el primero que designó Alfonsín, sostuvo la brega con energía y sentido patriótico hasta que fue relevado. Alfonsín era acusado-condenado por la derecha argentina por izquierdista, bravucón, provocador, por abrir demasiados frentes… Las semejanzas con Néstor Kirchner saltan a la vista y también son motivo de remembranza actual. La historia no se repite como un calco pero sabe tener constantes en diferentes coyunturas.
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La realidad te da sorpresas: Una de las sensibles diferencias entre las negociaciones que condujo Kirchner y las actuales es el rol del FMI: la magnitud de sus créditos que se traduce en tácticas novedosas. Al organismo le conviene que nuestro país consiga un aplazamiento de los pagos a los bonistas y la reducción de sus créditos. El desahogo de las finanzas nacionales mejoraría las perspectivas de futuros cobros de las acreencias de FMI que concretaron un récord en su nefasto historial. El novedoso perfil de la Directora Gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, se ilusionan en el equipo de Gobierno, se aviene a la contingente y tensa confluencia de intereses.
El macrismo fomentó la salida de capitales mediante una política desreguladora bifronte: fue tan letal para los argentinos de a pie cuan fructífera para la clase dominante y el funcionariado de “Mauricio”. El Estado intervino apartándose, dejando hacer a los grandes capitales. La canonjía disuadió a éstos de cometer ingenuidades. ¿Para qué hacer llover inversiones, hundir plata en suelo argentino, si se conseguían mejores réditos entrando y saliendo, especulando, merced a la gentileza cómplice de Macri?
Se tramó un modelo absurdo, suicida si se mide desde el ángulo del interés colectivo. Este diario lo denunció desde sus inicios, muchos columnistas invitados también. El académico de la Universidad Torcuato Di Tella Juan Gabriel Tokatlian lo pintó con finura en mayo de 2018. Se preguntaba, retóricamente “¿somos otro laboratorio de ensayo del rentismo financiero basado en el endeudamiento masivo?” Y se contestaba, con todas las letras “en todo caso, asistimos a una experiencia nuevamente traumática derivada, en buena medida, de una adicción a endeudarnos ligada, una vez más, a un diagnóstico equívoco de los problemas estructurales del país y su eventual superación. Es francamente obsceno que nos vuelva a suceder lo que ya hemos padecido en otras ocasiones” (https://www.pagina12.com.ar/115527-blackrock-y-los-botes-un-nuevo-salvavidas)
Fuimos los conejillos de Indias del experimento nomás. Hay que irse habituando a oír hablar de Templeton, de Black Rock y de otros colosales fondos de inversión más ricos que numerosas naciones, desprovistos de compromisos con el bienestar o hasta la supervivencia de la gente común. Desnudos de escrúpulos y con recursos generosos para repartir fama, dinero si cuadra y prestigio entre cronistas, opineitors, gurúes económicos. Conjunto de aliados o empleados que juega el partido con la camiseta sarracena puesta (a veces disimulada bajo el velo académico o del periodismo independiente) mientras alegan ser el VAR del conflicto. Un árbitro imparcial, supra humano, que sentencia en base a datos técnicos, ciencia pura, irrefutables.
He ahí el cuadro de la pulseada desde el 10 de diciembre… se acentuará en semanas y meses venideros.
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Pompa, circunstancia y zancadillas: Guzmán se abstuvo de señalar o aún nombrar funcionarios de la administración anterior como prenda de canje para que la bancada de Juntos por el Cambio admitiera una sesión sosegada, sin alegatos de viva voz ni sobreactuaciones indignadas. Intercambios así forman parte de la convivencia democrática. Los diputados radicales y del PRO metieron zancadillas en conferencia de prensa y paliques para la cadena TN. “Sabor a poco” les supo la exposición del ministro. Se les podría rebatir parafraseando la rica parla de Macri: su legado económico social huele de modo pestilente.
Los radicales son aliados objetivos (muchos subjetivos…) del poder económico desde que el presidente Fernando de la Rúa le ganó la interna boina blanca a Alfonsín.
Enunciar que el PRO es aliado incondicional de los mercados roza con el eufemismo. Son carne y uña, son lo mismo.
Guzmán delineó los propósitos de Fernández para las tratativas; el programa es nuestro, las condicionalidades clásicas nos matarían. No se sale de la recesión con ajuste, herejizó.
Imposible trazar con tiralíneas un programa económico sin saber con cuánta plata se contará. Un futuro tal vez viable si hay postergamiento por varios años. La quiebra, más temprano que tarde, si los bonistas y el Fondo sumergen a la Argentina.
Los lugares comunes de la opo no interesaron a la opinión pública que le viene dando la espalda a los canales de noticias de esa facción. Sirven, eso sí, de insumo para los sofismas de los grandes jugadores que operan haciendo oscilar los precios de bonos y acciones en su propio beneficio. Timba manejada por fulleros, alias “mercados”,
Una movilización nutrida, con mayoría aplastante de movimientos sociales y contados sindicatos dio vida y color a la Plaza de los dos Congresos. Es un sector de la vasta coalición oficialista, no forzado a la gimnasia diplomática de los funcionarios. El Gobierno pacta con las fuerzas parlamentarias de minoría, también hace piruetas en relaciones exteriores buscando conciliar una soberanía relativa digna. “Soberanía relativa digna” no es un oxímoron sino una pintura realista, pensamos. Otro desfiladero estrecho que recorre Fernández, quien se ingenia para no caer en el intento.
El costo de vida y el deseo de reactivación preocupa más a los ciudadanos, especialistas en el arte de subsistir.
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Desaceleración bajo la lupa: El índice de precios al consumidor del Indec arrojó una suba global del 2,3 por ciento para enero. Desagregado, conserva una marca de fábrica macrista: los alimentos superan el promedio. La marca quedó por debajo de las profecías de los sabihondos de la City. Se desaceleró, en el dialecto actual que asume que continúa avanzando.
El oficialismo calcula, de modo verosímil pero sin precisiones corroboradas de momento, que los aumentos de jubilaciones mínimas, sueldos ídem, AUH y las primeras tarjetas alimentarias protegieron del alza a los argentinos más vulnerables. Zafaron, pongalé.
El Gobierno dispone de herramientas para trabajar sobre los precios de productos básicos. Una, la Ley de Góndolas, espera que el Senado la sancione. El Frente de Todos tiene mayoría propia, está dotado para hacerla ley en un santiamén. Resulta disfuncional demorar una movida que pondría algún coto a la voracidad de los formadores de precios. Los poderes concentrados en materia de producción y comercialización, sarracenos autóctonos que retacean la solidaridad que pide Fernández. Habituados a ganar remarcando no “se resignan” a hacerlo aumentando “solamente” la cantidad de productos vendidos.
La innoble desigualdad: La cuarteta que abre este artículo enlaza con tradiciones populares desplegadas durante siglos. Ricos y explotación hubo siempre, los humildes de la tierra se defendieron y a menudo se tomaron revancha exaltando en sus relatos y sus rezos a los pobres, a los relegados, a los que se rebelaron contra ese orden establecido. David contra Goliat, el verbo de los Evangelios, la exaltación de los Robin Hood y hasta de El Cid, bien releído. El Guasón de Hollywood –aunque no integra las predilecciones de este cronista– exalta la rebelión de los marginados contra la estulticia de los amos de Ciudad Gótica.
En la maldad insolente del siglo XXI la concentración de la riqueza de corporaciones, países y personas alcanza extremos desconocidos antaño. Se alza, colmo de males, con un triunfo cultural: cunde la admiración acrítica.
Las grandes potencias de la tierra degradaron sus sistemas democráticos durante la crisis comenzada en 2008 cuando eligieron a los bancos por encima de sus pueblos. Thomas Piketty dotó de sustento científico a lo que cientos de millones de personas intuyen en carne propia: la desigualdad acentúa los males del capitalismo.
En ese contexto, los representantes políticos gozan de mala prensa. Se endiosa a los capos del capitalismo financiero que muestran sin recato fortunas inacabables.
Sobre los mandatarios pesa la carga de acometer cien tareas, en simultáneo. Es correcto exigirles que estén a la altura de los desafíos como se procura en este texto. Todomodo, corresponde distinguir entre quienes representan muchedumbres y quienes reivindican la bulimia financiera, quebrantando leyes escritas y morales.
Dispar es la lucha que glosamos. Cipayos hubo siempre, están en el inventario, en mala hora.
Alberto Fernández enfiló en rumbo correcto para plantarse frente al FMI y al capital financiero. Ofrece pagar si le dan margen, pura racionalidad instrumental. Los apoyos conseguidos en la gira europea, sin ser decisivos, lo fortifican de modo inusual. La coincidencia objetiva de intereses con el FMI agrega originalidad y mejora un cachito al nuevo escenario.
La cuarteta de los sarracenos, que rezuma costumbrismo, fue contradicha y derrotada más de una vez, abundan precedentes. Nada está sentenciado de antemano en la disputa entre la fuerza de la razón y la razón de la fuerza. La historia sabe tener constantes pero en ocasiones cambia. Esa es la apuesta del Gobierno que votaron los argentinos para salir del infierno.
Fuente :mwainfeld@pagina12.com.ar