El Presidente mandó a los argentinos a dormir antes de que se conocieran los resultados. Dijo que «la mayoría de los argentinos no votó por volver al pasado» y que Fernández tiene que hacerse cargo de las eventuales corridas cambiarias.

El resultado claramente no satisface a Mauricio Macri. El presidente no se relajó con los números que arrojaron las PASO, sino que salió a amonestar al electorado: «Me duele en el alma que tantos argentinos hayan creído que hay que volver al pasado», los aleccionó el mandatario. También le reclamó a Alberto Fernández que se haga cargo de las consecuencias económicas y que «explique» su proyecto a «los mercados». La diferencia de 15 puntos con respecto a la fórmula Fernández-Fernández no fue una caricia significativa de los votantes hacia los años de gobierno cambiemita, signados por la inflación, el crecimiento de la pobreza y la caída del salario real.

El escenario de Juntos por el Cambio se reitera elección a elección: las mismas pantallas gigantes, la misma música sonando a todo volumen. Pero algo era diferente estas vez. Esta vez no hubo globos, ni amarillos ni de ningún otro color. Sí lanzaron humo blanco desde el escenario. Mucho humo. Desde temprano, comenzaron a circular las bandejas con distintas delicatessen, una de las marcas del bunker macrista. Los ánimos circulaban entre quienes se tienen fe y quienes esperaban una derrota módica, que se pudiera revertir en octubre o en noviembre. Todo eso, velozmente, estallaría en pedazos.

Caras largas

Con caras serias y pocas sonrisas, la velada la abrió el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los que condujeron las campañas porteña y bonaerense, que salieron a expresar optimismo. «Creemos que hemos hecho una muy buena elección. Estamos contentos con el resultado que vamos viendo», sostuvo Peña, que quedaría en ridículo unas horas más tarde. Peña salió a inyectar optimismo junto al ministro de Espacio Público porteño, Eduardo Macchiavelli, y el jefe de Gabinete bonaerense, Federico Salvai, jefes de campaña de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires respectivamente. Todos repitieron la frase «estamos muy contentos», a esta altura un latiguillo de la comunicación macrista. Por ejemplo: «Estamos muy contentos con lo que has pasado hoy en la Argentina. Una jornada en paz. Los argentinos se han expresado en libertad», dijo Peña.

De todas maneras, se atajó: «Nuestro electorado no está convencido de las PASO. No es una elección definitiva».

Larreta animador

No obstante, el clima de optimismo no era lo que primaba. Cerca de las 21.20, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, salió a intentar levantar los ánimos. Se entiende: es la mejor elección que tendrían para mostrar. «El esfuerzo vale la pena. Estamos haciendo la mayor transformación en la historia de la Ciudad. Una transformación que comenzó con Mauricio y María Eugenia», recordó el mandatario.

«Sí, se puede», coreó la tribuna PRO, que hasta ese momento se había mostrado apagada pese a la música de fiesta. «Hoy en la Ciudad también ratificamos el apoyo al cambio que está llevando Mauricio en todo el país», festejó Larreta. Luego invitó a subir al vicejefe Diego Santilli, que subió saltando y lo abrazó. A continuación lo llamó a Martín Lousteau, con el que también se abrazaron. Y a Maximiliano Ferraro, el hombre de confianza de Elisa Carrió. Larreta le dijo a Lousteau que «después de estar en lugares diferentes, hoy estamos juntos». Quizás fue el momento en que más en evidencia quedó la diferencia entre el armado de Larreta en la Ciudad, que sumó a sectores importantes que no eran parte del PRO, en relación al de Macri a nivel nacional, que no tuvo incorporaciones significativas, más allá de la figura de Miguel Angel Pichetto. Se vislumbra un nuevo liderazgo dentro del PRO, si Larreta es el único que conserva un Ejecutivo.

Con las pantallas gigantes de fondo diciendo «gracias» y «juntos podemos más», Larreta cerró un momento de festejo. Seguía sin haber datos oficiales que lo aguaran. Pero la alegría simulada no duró mucho.

Derrota

Con el resultado electoral (que todavía no se daba a conocer) grabado en los rostros, salieron a las 22.08 Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal, el compañero de fórmula Miguel Angel Pichetto, la vicepresidenta Gabriela Michetti, y la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. «Reconocemos que hemos tenido una mala elección. Eso nos lleva a redoblar los esfuerzos para que en octubre continuemos con el cambio», sostuvo. Minutos más tarde, se conocería que la fórmula del Frente de Todos superaba el 45 por ciento. «Creemos en la democracia, recién hablábamos con Miguel de las dificultades que tuvimos en los últimos años. Esto ha llevado a que haya mucha angusta y mucha duda», intentó explicar, antes de mandar a todos los argentinos a dormir a las diez de la noche y sin conocer los resultados.

Mientras Macri se preparaba para dar una conferencia de prensa, Carrió tomó el micrófono y salió a hablar sola, con un Mario Negri que se le fue acercando lentamente como en un paso de comedia. «Necesito hablarles en nombre de todo Cambiemos. La única certeza que tengo es que la república democrática gana por más del 50 por ciento en octubre», afirmó. «Sé por experiencia estadística que el PJ nunca ha podido superar el 45 por ciento», dijo cuando CFK ganó por el 54 en 2011 y ayer los cómputos le daban 47 por ciento. Luego aleccionó al electorado: «La mayoría se siente cómoda con los autoritarimos y los faraones». «Por sobrevivir, para no ser Venezuela, Cuba o Rusia, va a ganar la argentina republicana».

Luego de que lograron que Carrió se retirara del escenario, Macri dio una conferencia de prensa en que las caras eran aún peores, en especial la de Vidal. El presidente dijo que no había llamado a Alberto Fernández y eludió una pregunta sobre si se reuniría con él. Aseguró que la elección se puede revertir. «La mayoría de los argentinos no votó por volver al pasado. Vamos a ver qué pasa en octubre, posiblemente qué pasa en noviembre», se esperanzó. E intentó meter miedo: «Si nos asustamos y volvemos atrás en mitad del río, va a ser un problema», dijo. Además, remarcó que Fernández tiene que hacerse cargo de las eventuales corridas cambiarias: «Es necesario que el mundo entienda a la mayoría de la dirigencia y que la Argentina es un lugar al que se puede apostar». Macri se retiró con el rostro enojado y sin argumentos para su derrota.