A tres semanas de las Paso, la fórmula opositora logró cerrar el respaldo de todo el arco sindical. Moyano, Daer, Acuña, Yasky y Michelli ya manifestaron su apoyo al Frente de Todos.

Una tapa del diario Clarín afirmando que la CGT no tendría candidato en las elecciones presidenciales y la insistencia pública por parte del secretario General del gremio de Camioneros, Hugo Moyano, para que la central obrera expresara sus preferencias de cara a octubre hicieron que el sindicalismo se moviera rápido, sentará posición y le diera el respaldo a la fórmula Fernández-Fernández.

Con la confirmación del apoyo mayoritario de la CGT, Alberto Fernández logró encolumnar a casi todo el sindicalismo tras su candidatura. Hugo Moyano (Frente Sindical por el Modelo Nacional), Sergio Palazzo (Corriente Federal de los Trabajadores), y las dos CTA ya habían anunciado su respaldo.

“Hay que unir lo teórico a lo Real, lo ideal a lo Empírico”, decía Juan Domingo Perón y el Sindicalismo de estos tiempo recoge esa frase e intenta llevarla como bandera a la victoria. La Unidad de acción que los distintos sectores sindicales profesaron en el último año en marchas y paros ahora se pone a disposición de la contienda electoral.

Con estas manifestaciones el sindicalismo peronista, en todas sus variantes, cierra el círculo que comenzó a dibujar hace poco menos de tres años. En julio de 2015 Moyano ya mostraba su preferencia por Macri, los Gordos y los Independientes liderados por Héctor Daer y José Luis Lingeri le daban la espalda a la candidatura de Daniel Scioli y el Frente para la Victoria sólo contaba con el apoyo de una CGT escuálida liderada por el metalúrgico Antonio Caló.

Como siempre, como en 2015 y como ahora, los dirigentes amortiguan el giro político abrazados a una frase que nunca pierde vigencia: “Es lo que nos piden los afiliados”. Pragmatismo puro. Real politik al mango.
Más allá del supuesto clamor de los afiliados, los dirigentes sindicales salen a la cancha electoral con el aporte de fiscales como carta de presentación pero de reojo miran la disputa por el poder dentro de la CGT.

Respecto a lo electoral la apuesta es clara y las razones también. “Si fiscalizamos nosotros el resultado de Córdoba no se repite nunca más”, dice uno de los pesos pesados de Azopardo que fuera de micrófono asegura que el porcentaje obtenido por Cambiemos en la segunda vuelta de 2015 tuvo más que ver con un fiscalización laxa que con la real voluntad del pueblo de la provincia mediterránea.

Con esa oferta sobre la mesa el sindicalismo no consiguió por ahora ninguna certeza sobre cuál es el plan de Alberto Fernández para generar empleo y tampoco un guiño para la eliminación del impuesto a las ganancias. La única promesa que se llevaron los sindicalistas de la reunión que se realizó esta semana en la sede de UPCN fue que no habrá reforma laboral ni se modificará la ley de asociaciones sindicales. Eso, por ahora, fue suficiente.

A lo largo de la reunión el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner se mostró optimista de cara a las PASO. Por su parte, algunos dirigentes dieron a conocer algunos sondeos informales realizados entre los afiliados en donde el Frente de Todos aventaja claramente al oficialismo. Para la cúpula sindical el apoyo de los asalariados registrados, tanto del sector público como del privado es decisivo para obtener un triunfo en octubre. Dentro de esa lógica los popes del sindicalismo señalaron que en 2015, molestos por el cepo cambiario y por el impacto del impuesto a las Ganancias en los haberes, muchos de los afiliados de los gremios más importantes votaron a Cambiemos pero que hoy esa situación se revirtió.

Al margen del proceso electoral los sindicalistas miran más allá del 10 de diciembre y no descartan un triunfo del oficialismo. Por eso, ante la posibilidad de ese escenario, buscan robustecer la CGT y darle una conducción más combativa. Dentro del panorama que pintan los sindicalistas más experimentados en los pasillos del edificio de la calle Azopardo hay un trazo grueso que se repite a la hora de pensar en un triunfo de Macri: “Será un gobierno que nace débil, con minoría parlamentaria y un Presidente sin reelección”.

Ante ese escenario los dirigentes de los principales gremios no dudan en que el primer frente que abrirá un gobierno de Cambiemos será el sindical para ir por los derechos laborales. En ese marco Moyano y Daer se preparan, cada uno con su estilo, para dar la batalla por el poder dentro de la CGT. Daer optó, una vez más, por mostrar su poder político interno y ofrendarle la foto con el sindicalismo al candidato a Presidente del Peronismo. Moyano, también fiel a su costumbre, volverá a mostrar su poder de movilización.

Así las cosas, en el juego de alianzas líquidas y traiciones permanentes en el que vive el sindicalismo nacional, cada sector busca fortalecerse de cara a la que viene. Si el triunfador es Alberto Fernández, quien se quede con el sillón de Azopardo se sentará a la mesa chica e influirá en las decisiones. En caso contrario, si continúa Macri en el poder, el paraguas de la CGT servirá para aguantar los embates judiciales y dar la pelea contra reforma laboral y la modificación de la ley de asociaciones sindicales.