El gobierno anunció la moratoria de la ley conocida como «jubilación de amas de casa». Sin embargo, la noticia es una trampa en la que miles de mujeres caerán sin el derecho a jubilarse.
Hace apenas una semana el director de la ANSES, Emilio Basavilbaso, informaba que la moratoria de la ley conocida como “jubilación de amas de casa” finalmente se iba a prorrogar por tres años más.
Si bien en un primer momento la noticia fue recibida con algo de entusiasmo, el mismo se desinfló tan rápido como un globo de Cambiemos.
La noticia no fue solo demagogia electoral, se transformó en algo más grave sobre todo si tenemos en cuenta que el anuncio significa la posibilidad o no de que una mujer pueda acceder al derecho a una jubilación.
Todos los temas previsionales suelen ser difíciles de entender, es por eso que el gobierno hizo el anuncio parcial y no contó la letra chica de la resolución. Y es que justamente en esa letra chica estaba la trampa.
Para que resulte sencillo vamos con un ejemplo concreto: supongamos que vos cumplís los 60 el año que viene, o sea en el 2020, pero a tus 18 (año 1978), cuando la ley indica que se pueden hacer aportes, te pagaban el sueldo en la mano, es decir “en negro” como le decimos habitualmente, o sea que nadie hacía los aportes para tu “futura” jubilación.
Las estadísticas y los diferentes estudios indican que las mujeres tienen los trabajos más precarios y que además hacen un trabajo por el cual no reciben ninguna paga: las tareas domésticas (lavar, cocinar, limpiar y cuidar a los hijos o familiares). Sin hablar de la desocupación, que siempre castiga más duramente a las mujeres. Estas son las razones por las cuales las mujeres no tienen los 30 años de aportes que exige la ley.
Pero vos casi tenés 60 y querés jubilarte porque “en negro” o “en blanco”, en una fábrica o en tu casa, trabajaste siempre.
Como decíamos, la ley establece que tenés que tener 30 años de aportes. La moratoria permite que “compres” esos años que te faltan. Pero entonces si es tan fácil ¿en dónde está el problema? El punto es que estas moratorias tienen una fecha límite que sirve para establecer cuántos son los años de aportes que te va a permitir “comprar” la moratoria.
Es decir, la actual moratoria tiene como tope el año 2003, si vos en 1978 tenías 18 al año 2003 deberías tener 25 años de aportes, es decir que aún te faltan 5 para llegar a los 30. Pero además vos cumplís los 60 en el 2020, si la prórroga que anunció el gobierno solo dura hasta el año 2022 no vas a poder completar esos 5 años y por lo tanto te quedás sin jubilarte. A no ser que tengas aportes formales por esos años.
De acuerdo a información difundida por el medio digital LATFEM, y según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), se estima que hay 1.076.028 mujeres de entre 55 y 59 años que están cerca de cumplir con la edad para jubilarse en los próximos años, pero sólo el 55% (588.248) tienen aportes, mientras que del 45% restante (aproximadamente 500.000) sus patrones o empleadores no ha realizado ningún tipo de aportes.
A cambio Macri con el apoyo de los legisladores de los bloques mayoritarios del Congreso, en el año 2016 aprobaron la ley de Reparación Histórica que reemplaza las moratorias con lo que se conoce como PUAM (Pensión Única para Adultos Mayores). Este engendro no solo es una asignación de miseria (su valor es 20% menos que una jubilación mínima) sino que para poder acceder tenés que esperar 5 años más. Sí, tenés que cumplir 65 años.
El tema es que tanto las moratorias como la PUAM, son resoluciones inmediatas pero que no solucionan el problema de fondo: el trabajo no remunerado que realizamos las mujeres dentro de este sistema capitalista y patriarcal.
La moratoria ideada por el kirchnerismo surge en realidad como una salida de emergencia ante su rotunda negativa de incluír en la agenda el reconocimiento del 82% móvil. Y yendo un poco más profundo, tampoco eliminaron la informalidad laboral que se tradujo en una brutal precarización, sobre todo para las mujeres. Es por eso que esta moratoria actuó a modo de frazada corta, cubrió el acceso a una jubilación, pero dejó sin solución el verdadero origen de la falta de aportes: un trabajo en blanco.
Por otro lado, y tomando un discurso que parte de un sentido común exacerbado, el gobierno de Cambiemos intentó instalar que “es injusto que la gente que contribuye reciba lo mismo que la gente que no contribuye”.
Este argumento sobre la supuesta injusticia no solo es canalla sino que parte de una premisa equivocada. En nuestro país cerca del 40 por ciento de los trabajadores y las trabajadoras tienen trabajo no registrado, de modo que no aportar al sistema de previsión social no es una decisión que pueda tomar el trabajador sino una condición impuesta por la patronal.
Pero este engranaje entre Estado y patronales es uno de los mecanismos que le garantizan al sistema capitalista su funcionamiento. El incremento de trabajos precarios y no registrados seguramente irá aumentando a medida que avance el ajuste que exige el Fondo.
Exigir nuestro derecho a jubilarnos como trabajadoras, que se reconozca que lo que hacemos millones de mujeres en nuestras casas es trabajo no pago es una tarea de primer orden.
Es necesaria una solución definitiva para las mujeres a las que el Estado niega la jubilación. No necesitamos “subsidios”. Sí que se reconozca el trabajo no remunerado que realizan casi exclusivamente las mujeres dentro del hogar y terminar con la precarización laboral.
Una de las propuestas que plantea el PTS y el Frente de Izquierda Unidad, que ampliamos sumando a nuevas organizaciones con las que compartimos este mismo planteo es exigir el 82% móvil para todos y todas las jubiladas, mientras peleamos por poner al ANSES bajo control de las y los trabajadores, activos y pasivos: los verdaderos y verdaderas interesadas en garantizar esos derechos elementales para nuestros mayores.