El Gobierno aún no mostró la letra chica del acuerdo con la Unión Europea, pero trascendieron algunos puntos que dan cuenta del convenio firmado durante el pasado fin de semana.
Tras la firma del acuerdo de asociación estratégica entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) en la ciudad de Bruselas la semana pasada, empresarios del agro aplauden la medida. Del mismo modo, también hicieron público su apoyo a las negociaciones algunos CEOs de subsidiarias extranjeras. Por otro lado, el sector Pyme y los trabajadores contemplan este preacuerdo comercial (que deberá pasar por los parlamentos nacionales de los países partícipes, además del concejo de la UE) entre el temor y la incertidumbre.
“La política, es la política internacional, el resto es cabotaje pueblerino”, reflexionaba un sabio estadista. En consecuencia, es importante analizar la política exterior de la actual gestión para poder comprender “la política” de Mauricio Macri. Cabe recordar que antes de entablar tratativas con emisarios del viejo continente, la actual gestión buscaba acuerdos comerciales de arancel cero con los Estados Unidos. “Estamos buscando formar parte del Acuerdo Transpacífico eventualmente”, declaraba el secretario de Comercio, Miguel Braun, antes de que Trump gane la elección y cambie la política exterior desde la Casa Blanca.
Cambiemos apostaba a un triunfo electoral de Hillary Clinton. Sin embargo, la facción política representante del poder transnacional estadounidense perdió la contienda frente a Donald Trump, quien bajo el lema de “América primero”, implementa políticas proteccionistas considerando estratégico el control del comercio exterior. En efecto, Estados Unidos abandona el acuerdo de libre comercio, conocido como Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Actualmente, más de diez países siguen formando parte del acuerdo, dentro de ellos se destacan: Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Japón, Vietnam, Chile, Perú, México, entre otros, pese a la dimisión de EEUU. No obstante, la retirada de los norteamericanos generó un giro en la estrategia internacional de Cambiemos, quienes buscaron profundizar acuerdos comerciales sin aranceles con otras potencias del mundo occidental, la Unión Europea (UE).
Integración al mundo, en detrimento de la integración regional
Tras el entendimiento entre europeos y sudamericanos en la capital belga, “culmina un proceso negociador que se extendió durante más de 20 años y que cobró un renovado impulso desde 2016”, publica la web del Mercosur. Desde diciembre del 2015, la política internacional de la Argentina apuntaba a la integración al mundo (occidental), en detrimento del proceso de integración regional. Tampoco buscaron, en este mundo multipolar, fortalecer los acuerdos estratégicos integrales firmados durante la anterior gestión con Rusia y China.
El Mercado Común del Sur llega disminuido a estas instancias, producto de la recesión económica que afecta a sus principales miembros, el menosprecio de Jair Bolsonaro a este mercado y la imposibilidad de incorporar más economías, luego de la suspensión de Venezuela más las dilaciones para la incorporación de Bolivia como miembro pleno. Argentina propende comercializar con las principales potencias de Europa bajando aranceles luego de abandonar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y suspender su participación en el otro bloque de integración política y económica, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
China ratifica su presencia global
Por otro lado, la potencia asiática busca consolidar su presencia en el globo estrechando acuerdos con diferentes economías de Asia y América. Los chinos quieren jugar al liberalismo para potenciar su fortaleza productiva. Es lógico, es el camino que tomaron muchas naciones para erigirse en potencias una vez alcanzada la fortaleza industrial. Lo hicieron los Estados Unidos, Alemania y, antes, los ingleses, quienes luego de la expansión de su estructura fabril, consecuencia de los avances de la Revolución Industrial, fueron perdiendo temor a la competencia y reemplazando el proteccionismo por el librecambio. China es una economía competitiva, en parte, por la inversión en ciencia y técnica. El país presidido por Xi Jinping cuenta con la mayor cantidad de investigadores del mundo.
De este modo, la primera economía mundial incentivó la relación comercial con diferentes países, muchos de ellos cercanos a la influencia de EEUU, como son Filipinas, Malasia y Tailandia. En efecto, la dirección estatal de la economía planificada más el disciplinamiento de las fuerzas productivas y de las trasnacionales le permite al partido comunista chino superar muchas de las contradicciones que atraviesan a las potencias occidentales. En consecuencia, mientras Trump se retira del TPP, China fue invitada por Chile (con quien mantiene tratados de apertura comercial) a un conclave en la ciudad de Viña del Mar, junto a los países que aún permanecen bajo el acuerdo. Es decir, existe la posibilidad de que la principal economía del mundo profundice su presencia en Latinoamérica (Chile, Perú y México) tomando el lugar vacante que dejaron los norteamericanos. En este contexto las potencias europeas profundizan las negociaciones con Brasil y Argentina para fortalecer las relaciones con los mercados más jugosos de América del Sur.
Liberalismo o proteccionismo, se reaviva una vieja discusión
Frente a la noticia aperturista, el pope de la soja, Gustavo Grobocopatel, defendió el acuerdo de la Unión Europea y el Mercosur que tendrá al sector agroindustrial como principal beneficiario. El empresario agropecuario reconoció que en el intercambio libre “hay que permitir que haya sectores que desaparezcan”, en alusión a sectores industriales. En el mismo sentido, el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Ratazzi, declaró que frente a la actual “invasión” de vehículos brasileros, “es mejor tener europeos que probablemente son de mejor calidad y hasta más baratos”. El sector automotriz y las autopartistas serían de los más perjudicados al tener que competir con industrias que llevan más de un siglo produciendo automóviles.
Es presumible que de aplicarse un acuerdo de estas características, el sector que explica casi el 20% de los trabajos registrados se vea perjudicado mayoritariamente, salvo las firmas que lograron alta competitividad en el mercado internacional (caso Arcos, AGD, Techint, entre otras). Es de esperar que rubros como el calzado, el metalmecánico, la marroquinería, el textil y bienes de capital vean dificultada su performance al ser desplazados por productos más competitivos. Como también es lógico pensar que se perderá parte del mercado Brasilero (principal destino de nuestras exportaciones) en manos de Alemania.
Francia y diferentes potencias europeas
Al ser consultado por este medio, Eduardo Fernández, presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), aclaró que hay poca información sobre el acuerdo, “nos estamos enterando más por lo que está publicando la Unión Europea que por lo que informa el gobierno nacional”. No obstante, el dirigente empresario y precandidato a diputado nacional sostuvo que “en mis años de dirigente empresario, cuando vemos quiénes son los que festejan, nosotros empezamos a llorar”. El presidente de Apyme aseveró que es problemático para la economía cuando se fijan iguales condiciones en una realidad de “gran desigualdad como la que hay entre Argentina y la UE, que tienen otro desarrollo tecnológico, otro costo del dinero, diferentes dimensiones de la capacidad de capital de trabajo, etc. porque en situaciones así no se genera competencia, se producen cierres”.
Eduardo Fernández calificó de “barbaridad” las declaraciones de Grobocopatel ya que “está hablando de empresas de origen familiar”. Además, agregó que atrás de una empresa que cierra, sumado a la pérdida de riqueza, hay “trabajo nacional que se pierde y con ello, proyectos personales que se desvanecen. El trabajo y la industria deben tratarse con seriedad”, advirtió. Muchos analistas sostienen que el país deberá implementar una reforma laboral para poder competir con los productos de la UE, por ello, consultamos al Secretario General de la UOM, Rubén Urbano, quien aclaró que el gobierno intentará aprobar reformas en el marco de las negociaciones con Europa, o sin él. “Nuestro costo laboral no es alto. Mucho más alto son los costos fiscales. Si quieren atropellar los derechos laborales, se encontraran con el rechazo del sindicalismo organizado”, señaló.
Sumado la repercusión que el preacuerdo tiene en gran parte del empresariado argentino, también surgen reparos de la burguesía paulista y del gobierno de Francia, por reclamo de sus granjeros que consideran una amenaza al eventual arribo de materias primas y alimentos desde Argentina y Brasil. La agricultura europea está dominada por la producción rural en pequeña escala, el 86% de las granjas de la UE tiene un área inferior a 20 hectáreas, en donde más de un 6% de la superficie agrícola son cultivos ecológicos.