Conocida la inflación oficial de mayo, de 3,1% según estimaciones de Indec, desde el Gobierno nacional mostraron optimismo sobre el futuro de la economía.
De acuerdo al informe del organismo de estadística oficial, los aumentos de precios minoristas llegaron a 19,2% en los primeros cinco meses del año. Mientras que la inflación acumulada en los últimos 12 meses, partiendo el análisis desde mayo del año pasado, supera los 57 puntos.
Durante los últimos meses los precios se mantuvieron elevados, mostrando un comportamiento zigzagueante. Luego de las últimas devaluaciones bruscas del peso frente al dólar, la inflación aumentó mes tras mes hasta encontrar en septiembre del año pasado su pico máximo (6,5%). En los tres meses siguientes, las mediciones de Indec evidenciaron bajas consecutivas hasta llegar a 2,6 por ciento en diciembre del 2018. Esa tendencia a la baja se vio interrumpida durante el primer trimestre del 2019; en enero subió casi tres puntos y en marzo llegó a 4,7 por ciento. En abril se registró una baja y los precios de mayo descendieron un 0,3% respecto a la inflación del mes antecedente.
El último informe del organismo oficial da cuenta que el rubro alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó por debajo de la media, a diferencia de lo que ocurría en los meses previos. Es factible pensar que la disminución de las subas de los alimentos se deba a una retracción de la demanda.
De acuerdo a información de Indec, todo el comercio minorista acumula malas performances desde julio pasado. La última encuesta de supermercados y autoservicios mayoristas realizada por el organismo da cuenta que las ventas de los supermercados retrocedieron 14,5% en marzo, en los autoservicios minoristas cayeron el 16% y en los shoppings se contrajeron el 16,6% con relación al mismo mes del año pasado.
En un contexto en donde la caída del poder adquisitivo del salario, de las jubilaciones y de diferentes asignaciones sociales, deprimen la demanda, la inflación se mantiene aún elevada. Este fenómeno escapa a la explicación monetarista de la inflación a la que adhiere la gestión Cambiemos, puesto que el Banco Central “cumplió, por octavo mes consecutivo, su objetivo de reducción de base monetaria”, señala la institución en su último informe, correspondiente al mes de mayo.
Absorbiendo costos, perdiendo rentabilidad
Igualmente, la visión esperanzadora que tenían desde el gobierno sobre el aquietamiento de los precios contrasta con la aceleración de los precios mayoristas, que se ubicaron en torno a cinco puntos porcentuales en mayo. Los mismos acumulan aumentos promedio de 18,8%, en lo que va del año, y en doce meses la inflación mayorista casi toca los setenta puntos porcentuales. Los precios mayoristas impactan en los minoristas mediante un traslado gradual o acelerado de las diferentes cadenas, de acuerdo a la expansión o retracción de la demanda, entre otros factores.
De lo anterior se desprende que la disparidad de aumentos entre el sector mayorista y minorista indica que una parte de la cadena de comercialización tiene dificultades para readecuar los precios de las nuevas listas. En efecto, podrían seguir impactando en el aumento del costo de vida de los próximos meses. Casi la mitad de los incrementos de los precios internos al por mayor del mes de mayo se explican por los aumentos de productos primarios y alimentos y bebidas. El primer rubro aumentó ocho puntos, mientras que alimentos y bebidas 3,2%, respecto al mes anterior.
Este retraso en la traslación, señala el economista José María Rinaldi, implica que “el sector minorista tiene un traslado pendiente de más de diez puntos”, “esto quiere decir que el almacenero no tiene capacidad para trasladarlo al consumidor, porque este último perdió poder de compra”, a la vez que el pequeño comerciante está absorbiendo costos y perdiendo rentabilidad. Esta transferencia demorada, más temprano que tarde, se manifestará en la canasta alimentaria y en la canasta básica total, “por lo cual, el índice de pobreza e indigencia, que se publicará el 10 de septiembre, seguramente tendrá un crecimiento muy importante”, aclaró el director de Consultora Estudio Rinaldi al ser consultado por La Nueva Mañana.
Presión sobre los precios internos
En este contexto la FAO y diferentes consultores internacionales señalan que la tendencia alcista de la cotización internacional de los alimentos se profundizará, lo cual implica ventajas relativas para la economía argentina, por la composición de las exportaciones, y repercusiones en los precios internos también relativas. Puesto que, las lluvias en las principales zonas agrícolas de los Estados Unidos auguran una mala cosecha para el maíz. En efecto, la mala performance del principal productor de maíz del mundo repercutirá en el precio del mismo. Del mismo modo, se acentuaría la tendencia al alza de la leche.
En una entrevista realizada por la BBC a un oficial de Seguridad Alimentaria de la FAO, informa quelos productos lácteos subieron en mayo 5,2% en mayo respecto al mes anterior y, en comparación con diciembre, la suba fue de 33%, llegando así a uno de los niveles más altos del último lustro. El alza se explica por las sequías que se han producido en Oceanía que afectaron la producción tambera. Actualmente, Argentina exporta el 22 por ciento de su producción lechera y desde la Secretaría de Agroindustria pretenden llegar al año 2025 con una participación de las exportaciones sobre el total producido del 30%. Indudablemente, si el precio internacional sigue afianzándose y el dólar aumentando su valor, deberán tomar medidas para que el alza de los commodities no presione a los precios internos.