«Quito» publicó en su Facebook que está leyendo «Sinceramente». Además de agradecerle, y llamarla «perseguida por la Justicia», afirma que Macri expulsó a la expresidenta de la Rosada en forma inconstitucional, con un decreto de necesidad y urgencia.
El conocido cura Guillermo Mariani publicó en su cuenta de Facebook una carta abierta dirigida a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Entre otras cosas, le dice que ha podido apreciar «la riqueza en profundidad», del libro junto con la «historia y sinceridad de esas páginas».
Además, asegura que la expresidenta fue «expulsada» de la Casa Rosada en forma inconstitucional para que Mauricio Macri, con un decreto de necesidad y urgencia, tomara el poder.
En otra parte, Mariani dice que el objetivo de la carta es «apoyar a los perseguidos por buscar y practicar la justicia».
Por último, y sumándola a figuras como Juan Domingo Perón, Evita y el propio Néstor Kirchner, Mariani dice que todos merecen «el aplauso gigante que agradece».
La carta
Carta abierta a la doctora Cristina Fernández de Kirchner
Querida Cristina:
Estoy leyendo “Sinceramente”. Mis limitaciones etarias en la visión me impiden “devorarlo” como quisiera, entusiasmado desde el comienzo “calabaza” para terminarlo en pocos días y devolverlo a quien me lo hizo llegar. Llevo leídas unas cuatrocientas páginas.
No quiero esperar hasta el final porque ya tengo suficientes datos para apreciar la riqueza en profundidad, historia y sinceridad de esas páginas “conversadas” coloquial y familiarmente con los lectores.
Con usted como guía, he recorrido la historia de estos últimos años, desentrañando la trama de tantos acontecimientos trasmitidos a veces con honestidad periodística, pero en tantas oportunidades con desfiguraciones patoteras que alteraron la verdad más allá del amarillismo, incurriendo en el negro de la mentira y el rojo de la agresividad impune.
Soy, con noventa y dos años vividos intensamente, y con expectativa creciente ante la tremenda variedad de acontecimientos sociopolíticos en Argentina, testigo de esos hechos, a veces muy dolorosos, desde el año mil novecientos veintisiete hasta el dos mil diecinueve.
Como alumno del sexto grado de un colegio Lasalle en un pueblo cordobés, fui invitado a los once años a ingresar al Seminario de formación sacerdotal. Ordenado en el cincuenta y uno, ejercí el ministerio en diversas parroquias.
Fui siempre “cura de pueblo”, asistente o párroco.
Sin otro título que haber vivido mi sacerdocio como humilde servicio a la Iglesia y a la sociedad. Algunos señalan: a la sociedad más que a la Iglesia.
Y tienen razón, porque tuve la dicha de vivir el acontecimiento del Concilio Vaticano II, que recolocó a la Iglesia como servidora de la humanidad, gracias a la intuición campesina de Juan XXIII. Giovanni Giuseppe Roncalli.
Ese personaje, “transitorio” por su vejez, para el Conclave que lo eligió, que cambió definitivamente, a través de su revolucionaria convocatoria a un Concilio ecuménico, mi vida y la de la Iglesia, comunicando un profundo sentido de humanidad y fraternidad social. A lo que Francisco, el Papa actual llamó por eso: “iglesia de los pobres”.
Así, explico el motivo de esta carta abierta, que es la segunda que le escribo, habiendo publicado la primera cuando usted era expulsada de la Casa Rosada, veinticuatro horas antes de terminar su mandato, inconstitucionalmente, para que la ocupara, con decreto de necesidad y urgencia, el ingeniero Mauricio Macri.
Con estas dos expresiones públicas, mi primera y esta segunda “carta abierta” a su persona cumplo primero con lo que creo que es mi deber como ciudadano y cristiano: apoyar a los perseguidos por buscar y practicar la justicia.
Un apoyo que quiere ser una presencia para disminuir el dolor de las heridas causadas por tantas incomprensiones, insultos, calumnias, mentiras y persecución, soportadas por usted.
Para dejar de lado esas torturas malintencionadas, usted cuenta interiormente con variados y auténticos recursos y valores que, en su libro se concretan, de tanto en tanto, con exclamaciones como ¡Dios santo!, ¡Increíble!, ¡Virgen santa! Para seguir después, serenamente diciendo y haciendo lo que tiene decidido como sentido de su vida y acción.
Por eso creo que todo esto mío no puede resultar nada más que una “cafia” o una “curita”, como recetamos habitualmente para intentar el alivio de un sufrimiento injusto.
Segundo: felicitarla por su “Sinceramente”.
Junto con su historia cotidiana y su inquieta conciencia ciudadana, su sentimiento de familia y pueblo, su fuerza para resistir persecución y mentiras, su optimismo ofrecido cara a cara al futuro, su dignidad de mujer y de madre argentina, agrandada con todos los desprecios machistas que tuvieron que llegar hasta el fondo para que usted subiera sin mancharse.
Porque con todo eso, Señora Cristina nos ha incluido a todos, en esta situación clave de la historia argentina, en una correntada de coraje y esperanza.
Final y definitivamente: como Juan XXIII para la Iglesia, una ventana abierta a la autenticidad de actualizarse sirviendo al crecimiento del mundo hacia la felicidad…
Para nuestra Argentina tan querida de J.D. Perón, Evita Duarte, Alfonsín, Néstor y CFK -con muchos nombres envueltos en los suyos en función de ciudadanos responsables- merecen el aplauso gigante que agradece nada más y nada menos que hacernos renacer a la esperanza.
Con mi respeto, admiración y afecto: José Guillermo Mariani 20 de Junio de 2019.