Así lo confirmaron nuevos testimonios en el juicio de lesa humanidad que se desarrolla en San Martín. Además mostraron la relación de la empresa con varios ejércitos latinoamericanos que integraron el Plan Cóndor.

Este miércoles se desarrolló una nueva audiencia en el juicio por el secuestro, torturas y desaparición de 14 obreros de Mercedes Benz durante la dictadura.

En esta oportunidad, ante el Tribunal Oral Federal N°1 de San Martín declararon Jorge Sosa, sobreviviente de Campo de Mayo, una asesora jurídica de la empresa, Rubén Aguiar, exburócrata sindical del Smata, y un extrabajador que fue parte de la “Comisión de los 9”.

En este juicio, que llega después de 43 años, no están imputados ninguno de los directivos de Mercedes Benz ni los dirigentes del sindicato Smata. Los imputados son los militares Santiago Omar Riveros, Eugenio Guañabens Perelló, Miguel Hugo Castagno Monge, Carlos Eduardo José Somoza, Carlos Francisco Villanova y Benito Ángel Rubén Omaecheverría, quienes serán juzgados por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 14 obreros de la automotriz.

El primero en dar testimonio fue Jorge Sosa, sobreviviente de Campo de Mayo. Estuvo secuestrado allí con tan sólo 18 años desde septiembre de 1977 y vio cómo una mañana, alrededor de las 6, eran bajados los obreros de Mercedes de un camión del Ejército. Recordó que mientras los bajaban a los golpes, los trabajadores gritaban que eran de Mercedes Benz.

El testigo, que tiene a su hermano desaparecido en la ESMA y que a su madre también la secuestraron y llevaron a ese centro clandestino, dio otro dato importante: cuando se acercó a la Conadep (creada por el alfonsinismo a la salida de la dictadura) a denunciar lo que había pasado con su familia, vio desparramadas arriba de una mesa unas revistas Gente y pudo reconocer en una de ellas a Alfredo Astiz, quien había participado del secuestro de su madre y lo apuntó a él con un arma en la cabeza cuando reventaron su casa. Pero además dijo haberlo visto en Campo de Mayo y que allí se reunían las juntas militares.

También relató que conoció durante su cautivero a Raúl D Sanctis, quien le contó que su compañera también había sido secuestrada y que estaba embarazada. Se trata de Myriam Ovando, quien dio a luz a una beba a la que llamó Laura Catalina, que recuperó su identidad en 2008.

Los nazis de Mercedes Benz

El segundo testimonio fue de Hilda Fernández, que tenía un importante cargo en el área de asesoría letrada de Mercedes Benz en la casa central de Avenida del Libertador en la Ciudad de Buenos Aires. Ella fue secretaria del exdirector de Asuntos Jurídicos de la empresa durante la dictadura, Rubén Pablo Cuevas. Este abogado y el exgerente de producción encargado de la planta de González Catán (La Matanza), Juan Ronaldo Tasselkraut, aportaron a los genocidas (junto a otros directivos) los nombres y las direcciones de las víctimas.
Fernández era quien confeccionaba los contratos que la automotriz tenía con el ejército argentino y con otros países latinoamericanos que fueron parte del Plan Cóndor, a los que les vendían las Unimog. En su declaración afirmó que “la empresa siempre tuvo contacto con el Ejército. Una mañana vi a un general que estaba al frente del Regimiento 602. Se llamaba Valín y había ido a ver a Cuevas”.

Ante la pregunta de la fiscalía de si recordaba alguna donación que Mercedes Benz haya hecho al hospital militar de Campo de Mayo, Fernández dijo que no recordaba. La pregunta apuntaba a la “donación” que la multinacional realizó en 1975 de un equipo de neonatología al hospital militar donde nacieron más de 200 niños y niñas en cautiverio.

Además la mujer reafirmó algo que los trabajadores y sobrevivientes de Mercedes Benzsiempre denunciaron. Una de las querellas le preguntó si recordaba a una persona de apellido Mossetti, a lo que Fernández respondió “sí, por supuesto. Era uno de los directores alemanes de la empresa, a pesar de que no era alemán. El señor era un agente doble, tanto de Alemania como de los aliados, era un servicio de inteligencia en la época de la Segunda Guerra Mundial”.

William Mosetti había sido oficial al servicio de Benito Mussolini hasta que en 1943 se pasó al bando de Estados Unidos, cuando consiguió la ciudadanía y se alistó en su Ejército. Luego de finalizada la guerra había vuelto a trabajar para la petrolera Standard Oil, hasta que el 29 de abril de 1960, luego de que se lo enviase a la Argentina, la asamblea de los accionistas de la Mercedes Benz local lo eligió como Director General hasta 1975. Los trabajadores de la Mercedes Benz y el “Grupo de los 9”, que desafió a la burocracia del Smata en los 70, tuvo que enfrentar también a estos genocidas de la Segunda Guerra mundial en la empresa.

Pero Mosetti no era el único. Otros, como Adolf Eichmann, responsable de la llamada “Operación Final” en la que se asesinó a millones de personas durante el genocidio nazi, eran parte de la multinacional alemana.