Vanina Correa es la arquera titular de la Selección argentina que el lunes debutará en el Mundial femenino de Francia. Será la tercera participación de la guardavallas rosarina de 35 años en los torneos ecuménicos, ya que estuvo en Estados Unidos 2003 y China 2007, campeonatos en los cuales el seleccionado quedó eliminado en la ronda inicial. Aquellas experiencias son las que dan sustento a los objetivos para la competencia que hoy abren Francia y Corea del Sur. «Queremos pasar a segunda ronda. Sabemos que Japón e Inglaterra son potencias, y Escocia es el que medianamente viene parejo con nosotros. No va a ser fácil», afirmó la jugadora de Rosario Central al repasar los duros equipos rivales que tendrá que superar en el Grupo D.
Correa marca la diferencia entre este mundial y los anteriores en lo que le tocó estar. Primero a nivel personal. «Llego más madura. Los anteriores quizás no los disfruté tanto, te diría que más bien los sufrí. Pero en esta etapa de mi vida disfruto de los entrenamientos, de jugar, de no jugar, de mis compañeras, de charlar y tomar mate, de todas esas cosas que antes no disfrutaba», cuenta.
Pero las circunstancias también son distintas en cuanto a lo futbolístico. La arquera debió soportar jugar con ropa que le quedaba enorme, cobrar viáticos irrisorios o dormir en un ómnibus en otro país antes de jugar amistosos porque la AFA no les había reservado hotel. Eso la llevó a abandonar el fútbol, en 2010, antes de ser mamá de los mellizos Romeo y Luna, que nacieron en febrero de 2014. «Abandoné por completo. Estaba cansada de renegar con el fútbol femenino. No veía avances, siempre estaba todo para atrás, no quería estar más así. Me quedé en Rosario, me puse a trabajar (como cajera en la Municipalidad de Gálvez). Y no volví a jugar ni al fútbol 5, ni con amigas, lo abandoné por completo, no quería saber nada», recordó Correa.
La arquera, que comenzó a jugar al fútbol a los 6 años en una liga de varones de Villa Diego Oeste y pasó por Rosario Central, Boca, Banfield y Renato Cesarini, volvió al fútbol en 2016, jugando para Social Lux de Rosario. «Ahí me llamó Carlos Borrello (técnico del seleccionado) preguntándome si quería volver. Tengo mellizos, le dije, mi situación es otra, ahora no estoy sola», cuenta el diálogo con el entrenador. «El me preguntó ‘¿Qué hago? Tengo que dar la lista. ¿Te cito o no?’. Y ahí le dije ‘bueno, vuelvo'».
Correa, campeona de la Copa América del 2006 y que participó en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, también habla del cambio cultural que se manifiesta en el apoyo que está recibiendo la selección desde los diferentes ámbitos . «Lo sentimos. Recibimos mucho apoyo, mensajes de gente que no conozco que te alienta. Ahora siento que vale la pena el esfuerzo de todo este tiempo», subrayó. «Motivamos a que más chicas quieran jugar al fútbol, a que se animen. En la AFA también cambiaron varias cosas, nos preguntan qué necesitamos, el presidente se acerca… Yo que viví todo, ahora lo disfruto y nada más.»