(Por Carlos Ulanovsky) 6, 7, 8 ideas sobre estigmatización

Cuando Macri pasa a ser el nombre de una contractura

El debate presidencial

Durante el debate presidencial de 2015, Mauricio Macri chicaneó a Daniel Scioli:

—¿Pero qué te han hecho, Daniel? Parecés un panelista de 678.

Casi al mismo tiempo, una Plaza de Mayo colmada para escuchar a la Presidenta coreó en varias ocasiones el título de ese espacio televisivo, como si vivara a un equipo de fútbol . El ciclo, junto con las numerosas ficciones de calidad y el Fútbol para todos mejoraron el aire de Canal 7 y la vida de muchos. Por las razones siguientes, 678 fue un programa que quedó entre las mejores historias de la televisión pública argentina.

Estimuló la participación política de una enorme masa de ciudadanía, en principio suelta.

Grupos seguidores se autoconvocaron en varias ocasiones para defender al programa de los ataques que recibía y para manifestar que no estaban locos, ni solos, por haber adherido a las políticas kirchneristas.

Mientras permaneció en el aire, no tuvo una vida fácil, con acusaciones de agresivo, propagandístico, escaso de pluralismo, oficialista e incluso corrupto.

Para muchos fue un útil curso de educación mediática informal y en el que aprobaron diversas materias: manipulación, grandes intereses políticos y económicos de los medios hegemónicos, modos de fabricar la realidad, objetividad periodística, operaciones corporativas, archivos que avergüenzan pero que no mienten, distintas varas en la presentación y desarrollo de las noticias. Al menos en estas cuestiones aprendieron a estar alertas frente a los tristes y reiterados engañapichangas del poder y los medios.

Las que siguen a continuación son apenas dos historias de periodistas que tuvieron un lugar importante y prolongado por el programa, y posteriormente fueron desplazados por el macrismo.

La contractura de Sandra

Sandra Russo llega a la entrevista en un café en el barrio del Abasto apurada y con varias bolsas. Allí trae, entre otras cosas, alimento para sus perros: Comandante Huguito y Raquel. Viene de una sesión de yoga, buscando aliviar una desagradable contractura a la que bautizó ‘Mauricio Macri’.

Recuerda que participó del ciclo en dos etapas, la primera, breve, de apenas tres meses, ya que por entonces la conductora María Julia Oliván “no me dejaba hablar”. (Olivan salió del programa en 2010 y escribió un libro muy crítico con Pablo Alabarces.) Sandra se reincorporó a partir de 2010 y permaneció hasta 2015. Sintetiza el saldo de esos años: “Me cambió la vida y me pasaron cosas maravillosas y espantosas, como que me escupieran caminando por la calle, que mandaran a un barra brava a fajarme o que me obligaran a salir de un shopping al grito de ‘Chorra, negra de mierda, andá a comprar ropa a La Salada’. Lo maravilloso es lo que todavía permanece, el cariño y el agradecimiento de mucha gente. Eso es lo que me salvó de estos cuatro años de censura. Aquí, o en el interior, adonde viajo mucho, siempre hay alguien que me considera como de su familia y me cuenta que veían 678 en grupo, porque discutían y aprendían”.

Reconoce, con orgullo, su condición de periodista militante, alegre por haber contribuido a sostener y defender a gobiernos como los kirchneristas, “tan dinamitados por todos lados. Soy kirchnerista y cristinista, pero no pertenezco a ninguna rosca interna, no tengo que reportarle nada a nadie. Desde siempre hice periodismo contrahegemónico”. Cuenta que ya había votado a Néstor Kirchner en 2003 pero que terminó de involucrarse en 2005 luego de cubrir para Página 12 y pasar “una noche inolvidable” en el tren del Alba, en el marco del ALCA.

Consiente Sandra que ni ella, y probablemente tampoco sus compañeros, sospechaban que el paso por ese programa les iba a costar tan caro, “en mi caso, terminar con cuarenta años de carrera”.

Con distancia, tranquila (recordar que viene de una clase de yoga) enumera una tríada de cuestiones que el programa no pudo resolver. Recuerda: ”Terminó persiguiendo lógicas televisivas y no descarto que muchos deseaban que nos convirtiéramos en algo parecido a Intratables. Queríamos salir a hacer 678 a las provincias, pero no había recursos, y aunque no era sencillo conseguir invitados faltaron más periodistas. El canal nos cargó a nosotros con la responsabilidad de asumir la principal línea periodística; como teníamos repercusión a ellos los conformó y los eximió de poner otra clase de ciclos, de investigación, de polémicas, noticiosos. Se quedaron tranquilos con 678 mientras a nosotros, los que poníamos la cara, nos seguían puteando por la calle. Y también te digo algo sobre los responsables políticos: pienso que no nos preservaron lo suficiente, no pusieron en valor nuestras voces. Es un problema del kirchnerismo, no entienden tanto la comunicación, y eso persiste”.

En estos años (salvo para un secuestro virtual que sufrió con lamentables consecuencias económicas) su teléfono casi no sonó, ni siquiera de parte de algunos intendentes kirchneristas con los que habló pidiéndoles apoyos publicitarios. Sobrevivió haciendo clínicas de escritura en muy distintos puntos del país y sigue escribiendo dos contratapas mensuales para Página 12. Trabaja en Radio H (on line), por el momento gratuitamente, desarrollando su clásica marca Dejámelo pensar, los lunes de 15 a 17 con la contribución de Sergio Wischnevsky y prepara el lanzamiento de un portal con suscriptores (www.sandrarusso.com.ar). También escribió y publicó tres libros, uno sobre la Presidenta Cristina, uno más sobre Milagro Sala y otro sobre La Cámpora: esos libros, piensa, terminaron de convertirla para el macrismo en alguien “indigerible”.

No está resentida: “Pasar por 678 fue una bendición, algo que le dio mucho sentido a mi vida. El amor duele a veces. Resentida no, pero sí enojada con alguna gente. Con (el diputado por Cambiemos) Fernando Iglesias, que cuando me hicieron el secuestro virtual dijo con odio en Intratables que el que le roba a un ladrón tiene cien años de perdón o con (la periodista) Silvia Mercado, que dijo que ganábamos 90.000 pesos por mes, cuando en realidad nuestro sueldo era menos de 10.000. Ella tiró la primera piedra, imprescindible para que otros medios y colegas nos empezaran a tratar de mercenarios. Cuando me doy cuenta de que el enojo con alguien me supera, me acuerdo de cuando el 9 de diciembre de 2015 en la plaza Cristina nos mencionó y eso me alegra y me alivia. 678 fue un fenómeno que perdurará en el tiempo, incluso cuando ya nadie se acuerde de quiénes fueron Silvia Mercado y Fernando Iglesias”.

Con el cohete sí, Barone

Periodista veterano, protagonista de muchas batallas (trabajó en La Nación y en Radio Continental, en Clarín y en Radio del Plata, en Ámbito Financiero y El Cronista, con Liliana López Foresi y Carlos Polimeni, con Oscar Gómez Castañón y con Víctor Hugo Morales) y escritor de numerosos y valiosos libros. Sin embargo hoy, luego de una extensa trayectoria Orlando Barone siente que es él en 678 y Beatriz Sarlo, diciéndole: “Conmigo no, Barone”. “¿Es injusto? Qué sé yo, todo y nada puede ser injusto. No puedo salir a la calle a gritar, miren que yo no soy ese”.

Fue en mayo de 2011. A Sarlo la invitó la producción –asegura– pensando que garantizaría al programa amplitud ideológica. ”Le pregunté algo y tras la respuesta de ella, me quedé callado porque sentí que no tenía espacio para refutar. Después pasó lo que pasó, hasta remeras se hicieron con la frase ‘Conmigo no, Barone’. ¿Sabés lo que pienso hoy? Tendría que haberle dicho, Beatriz Sarlo: ¿por qué no te vas a la mierda?”

Se sumó a 678 desde sus inicios, convocado por el productor Diego Gvirtz. “Nunca nadie me dijo que todo lo que se hablara tenía que ser a favor del gobierno. Pero te aseguro que ni esos panelistas, ni ningún otro en la actual televisión, decidíamos nada. Mandaba el soporte y nosotros terminábamos sujetos de la pantalla, aun cuando en muchas ocasiones terminamos discutiendo al informe”, cuenta Barone en su señorial departamento en el barrio de Congreso, donde vive con su esposa (Beatriz Trento) desde hace 40 años.

Sostiene que fue el destino (el azar, las casualidades, agrega) los que lo colocaron en un lugar de apreciable figuración mediática, que nunca había deseado. Hasta ese momento, precisa, tenía una carrera “notoria, no notable. Podía haber seguido viviendo perfectamente de las regalías de esa notoriedad, pero no me opuse a lo que originó mi presencia en ese programa tan poco convencional”. Revela: “Hoy no podría decir que alguna vez fui del diario La Nación, o de Ámbito Financiero o El Cronista, en donde (Julio) Ramos o (Eduardo) Eurnekián me ofrecieron buenas oportunidades. Sí puedo decir que fui de 678, porque marcó cosas importantes en mí y especialmente en el ciudadano común que gracias al programa empezó a ver televisión, a escuchar radio o a leer diarios de un modo distinto, crítico”.

El autor de un histórico libro de diálogos que en los años ’70 acercó a dos típicos agrietados argentinos (Diálogo Borges – Sábato) analiza una determinada etapa de 678. ”De pronto el programa se hizo muy político. Tenía que atender demasiados frentes. Imaginate: la polarización, el diario Clarín, Cobos, el conflicto con el campo, la Corte Suprema, los periodistas famosos a los que se les había dado por querer preguntar. Era mucho. A la par el kirchnerismo, acosado, empezó a morder. Y cuando mordés te alejás de la reflexión, empezás a cometer errores descalificadores que te quitan el lugar del pensante. A medida que se profundizaba el abismo, todo se volvía más irascible y opositor, y tal vez al programa le pasó lo mismo”.

Hijo de un padre peronista, empleado de toda la vida de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad, sindicalista de ese ámbito, Barone se confiesa peronista, aunque aclara haber sido un tipo defensor del bienestar personal pero que nunca sucumbió a las tentaciones. En estos años leyó y releyó incansablemente, escribió mucho para él (prepara varios libros), no tuvo ganas de trabajar pero pudo sostenerse, afirma, gracias a su mujer y a la oportuna venta de algún activo. “Perdimos bienestar, sin llegar a la Manaos: nos mantuvimos”, explica y añade: ”Pero más allá de las ganas de seguir haciendo cosas, la verdad es que no tuve ofertas de trabajo. Por un lado, nadie llama a un viejo de 82 años, como es mi caso y por el otro, soy un claro ejemplo de lo que 678 tuvo de pérdidas profesionales y humanas. Dije mi edad, pero en mi caso ese dato no me alivia de haberme transformado en un desocupado”.

Los réprobos

La nómina de los réprobos por haber pasado en algún momento por este ciclo maldito no son 6, 7 u 8. La que sigue es una lista seguramente incompleta, porque no figuran productores, técnicos, realizadores, guionistas que también perdieron su fuente de ingresos. El fin principal del recuento es hacer memoria y celebrar la entereza de los que, tarde o temprano pudieron reconvertirse, empezar de nuevo, seguir creyendo, tirar para adelante, disimulando agresiones, superando ninguneos y respondiendo como pudieron a prolongadas carencias y sinsabores que los afectaron severamente en cuestiones laborales, económicas e incluso familiares. Carla Czudnovsky y Eduardo Massa Alcántara (Cabito) integraron el staff en un principio y ahora aparecen en programas en canales de aire y de cable. Luciano Galende se radicó durante más de un año en Iluminé, Neuquén, y los sábados hacía un programa en la radio municipal de Zapala. Hace poco regresó a vivir a Buenos Aires: los sábados por la mañana está por la AM 530 y de lunes a viernes a las 15 anima el ciclo Lucho y vuelve en FM La Patriada.

A esa hora hacen el “cambio de programa” con Carlos Barragán que del mediodía a las tres de la tarde lidera el elenco de Los únicos privilegiados y también produce un segmento audiovisual para El Cohete a la luna. Nora Veiras es una de las editoras generales de Página/12. Mariana Moyano es docente y tallerista, de su especialidad, la comunicación, es asesora en medios para el país y el exterior, colabora con la radio de HIJOS y terminó un libro sobre redes sociales, trolls y otras intoxicaciones. Edgardo Mocca escribe una columna semanal en Página/12 y tiene su espacio Café Mocca semanal, en Radio Caput. Cynthia García produce su portal La García, un canal en YouTube y una radio online, estrenó hace poco un largometraje documental sobre Milagro Sala y se la escucha en la programación de Caput (lunes a las 18), así como aparece esporádicamente en un programa periodístico de Canal 9. Jorge Dorio hace micros culturales para Radio Malena, por Internet y edita libros en algunas editoriales. Dante Palma participa en un programa de fin de semana por Radio del Plata y sigue siendo docente en Filosofía.

Es muy pertinente la acotación de Galende: la interdicción no fue solo para los panelistas. Visitantes habituales, como Roberto Caballero, Hernán Brienza, Jorge Halperín, Ricardo Forster u Horacio González también sufrieron el embargo. “El castigo es para todos aquellos que hablaban desde una perspectiva opositora”, acota Galende.

Detrás de estos aislamientos no había una sola idea. Solo propósito de persecución, discriminación y represalia ideológica.