Según el Indec, el trabajo infantil en la Argentina afecta a alrededor de 760 mil chicos. Los porcentajes crecen en zonas rurales y en el norte. La inserción en tareas productivas impacta en el proceso educativo.

Según un informe elaborado por el Indec y la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo, el 10% de los niños y niñas de entre 5 y 15 años de todo el país realizan al menos una actividad productiva.Esta cifra se eleva al 31,9% en el caso de adolescentes de 16 y 17 años, a nivel nacional.

Los resultados de la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA), que tuvo un primer antecedente en 2004, es la primera que se elabora a nivel nacional y se realizó a partir del análisis de datos de 2016 y 2017.

Durante la presentación de los resultados realizada este jueves, el secretario de Trabajo Jorge Triaca sostuvo que: «Esta encuesta muestra la realidad de lo que está pasando, de cómo es la situación de los niños que hoy deberían estar estudiando, haciendo sus actividades sociales, pero que no deberían estar trabajando».

«Este Ministerio a partir de esta encuesta no es el mismo, tenemos datos precisos, certeros y nuestro diseño de políticas públicas se tiene que orientar a mejorar la erradicación del trabajo infantil«, agregó.

Los datos arrojados por la EANNA permitirán identificar las características principales del conjunto de actividades económicas y no económicas que realizan niños, niñas y adolescentes, conocer los efectos sobre la escolaridad y las consecuencias en la salud y contextualizar la situación socioeconómica de los hogares con presencia de trabajo infantil, se aseguró desde la Secretaría.

 

Los principales motivos que impulsan a los niños y jóvenes al mercado laboral están relacionados con la ayuda familiar y la necesidad de ganar dinero para sus gastos y los de su hogar.

La encuesta muestra que las distintas formas del trabajo infantil y adolescente están más extendidas en las zonas rurales. A su vez, el trabajo mercantil entre los niños, niñas y adolescentes tiene mayor presencia relativa en las áreas urbanas de las regiones Noroeste (NOA) y Noreste (NEA), y en áreas rurales de las regiones Pampeana, Cuyo y NEA.

El informe reveló que los trabajos más habituales entre los niños y adolescentes urbanos son el trabajo en negocios, talleres u oficinas por dinero -para el 39,9% de los niños y niñas, y el 37,9% de los adolescentes que trabajan- y la construcción y reparación de viviendas -el 29,5% de los adolescentes-.

En tanto, entre las adolescentes urbanas tienen más prevalencia el trabajo doméstico, es decir el cuidado de niños y personas mayores o enfermas, la limpieza de casas y la elaboración de comidas o productos para vender.

En las zonas rurales, por su parte, más de la mitad de los niños y niñas que trabajan se dedican al cultivo o cosecha de productos para vender -14,2%-, el cuidado u ordeñe de animales -14,4%-, la ayuda en la construcción o reparación de otras viviendas -11,9%- y la ayuda en negocios u oficinas -11,9%-.

Las actividades principales entre los adolescentes rurales son el cultivo o la cosecha de productos con fines de venta -15,1%-, la ayuda en negocios, comercios o almacenes -12,4%-, la construcción o reparación de viviendas -9,5%-, la producción de ladrillos -8,9%- y el ordeñe y cuidado de animales de granja o de campo -8,6%-.

Finalmente, con respecto a las actividades domésticas intensivas en el ámbito rural, son las adolescentes quienes se dedican en mayor grado a la realización de quehaceres domésticos y al cuidado de miembros del hogar -72,8%-.