José María Rinaldi, docente universitario y economista, señaló que el Gobierno pone el acento en el “déficit fiscal cero”, porque «no repara en las consecuencias sociales de la economía”.

Por: Facundo Piai – Especial para La Nueva Mañana

Luego de que la Cámara de Diputados diera media sanción al Presupuesto para el próximo año, se intensificaron las discusiones respecto hacia dónde marcha la economía argentina al centrar su planificación económica en la reducción del déficit fiscal. En un contexto de deterioro de las principales variables macroeconómicas con una contracción constante de la actividad industrial que cayó 8 puntos en septiembre y acumula una caída de más de 3% anual, qué esperar frente a la aceleración del ajuste.

Para arrojar luz sobre este interrogante, La Nueva Mañana entrevistó al consultor económico y docente universitario José María Rinaldi, quien señaló que los presupuestos en Argentina son un mero trabajo “formal” para cumplir con la Constitución, a diferencia de lo que ocurre en las economías desarrolladas en donde es “una herramienta básica de política económica” y, por tanto, funciona como “un instrumento de programación”. Contrariamente, en Argentina “es común no tener Presupuesto”; Alfonsín estuvo tres años sin uno, al igual que la ex presidenta CFK. Si analizamos el Presupuesto de este año vemos que ninguna de las estimaciones se cumplió, todo esto demuestra que aquí no es “un instrumento de programación”. “Lo de anoche (por la votación de la madrugada del jueves) fue un escenario de debate político”. El proyecto votado prevé un tipo de cambio nominal de $28 cuando hoy el dólar ya está en 37 pesos. “Las proyecciones macroeconómicas trazadas son ridículas”, reflexionó el economista.

“Está hecho para satisfacer los intereses de los acreedores”

Al ser consultado sobre el proyecto de ley que obtuvo media sanción la semana pasada, Rinaldi denunció que “el Presupuesto 2019 es un genocidio por planificación de desigualdad”. La obsesión por el equilibrio fiscal lleva a una “planificación del deterioro social. El recorte del gasto será más del 18%, cuando en el 2001 fue del 6,1%”. El profesor de grado y posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas reflexiona que el Presupuesto pone el acento en “déficit fiscal cero ya”, porque está hecho para satisfacer los intereses de los acreedores, “sin reparar en las consecuencias sociales de la economía”.

– De acuerdo a la visión ortodoxa con la cual fue hecho el proyecto, el déficit fiscal debe ser resuelto porque genera inflación puesto que el Banco Central debe emitir pesos para financiar el déficit creando así mayores desequilibrios…
 La ortodoxia dice que la causa de todos los males económicos es el déficit. Sin embargo, nosotros tuvimos superávit fiscal hasta el 2011 y estuvo acompañado de inflación. Del mismo modo podemos señalar etapas de ajuste con alta inflación. En un trabajo de investigación académica sobre los mitos y realidades entre déficit e inflación cito un boletín del FMI (volumen 32, Número 10). El mismo afirma que a la teoría de que los déficits producen inflación se oponen estudios empíricos que demuestran que no existe una relación estadísticamente significativa entre las dos variables señaladas. La investigación es de dos economistas liberales del Fondo (Catao Luís y Terrones Marcos) y reconoce que las convicciones teóricas ortodoxas no tienen evidencia empírica. Las conclusiones son contundentes, estudiaron entre el año 1961 y 2001 más de cien países y no encontraron ningún tipo de relación.

La obsesión por el déficit fiscal cero

La mayoría de las economías de los países desarrollados tienen déficit. La media del déficit de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de cuatro puntos del PBI. Estados Unidos, Reino Unido, China, Japón, España, Francia, por mencionar algunos países, tienen déficit muy importantes, afirma nuestra entrevistado. Estas economías financian sus déficit con “sistemas financieros muy activos, emitiendo deuda, por eso son de las más endeudadas”. Estos países tienen modelos de desarrollo sustentables y sostenidos que les permiten generar riquezas y potenciar la calidad de vida de sus habitantes.

Está claro que tener déficit no es bueno. Pero el déficit no es la causa de todos los males”, tampoco es la causa del aumento sostenido de los precios. Si analizamos el desempeño de la inflación y los balances fiscales en el período 2002-2017 de Estados Unidos, los países de economía avanzada o las economías de la zona Euro, vemos que cuando se incrementa el déficit los precios bajan. El economista cordobés sostiene que es al revés de lo que plantea la ortodoxia. Según su análisis “la causa del déficit es la inflación, porque el aumento de precios te envilece la recaudación y te incrementa el gasto”.

El crédito del FMI alimenta la fuga especulativa

Nuestro entrevistado afirma que el acuerdo con el Fondo y el consecuente Presupuesto busca blindar a los tenedores de títulos de deuda. El crédito del FMI alimenta la fuga especulativa. Todo el contenido del proyecto de ley al cual Diputados le dio media sanción responde a una exigencia del “poder económico internacional que son los dueños de los ministerios”.

– Algunas firmas que operan en la Argentina están haciendo sus estados financieros en la divisa norteamericana y no en pesos, como era habitual. Esto es posible por las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) que habilita a las empresas a expresar los balances en monedas más homogéneas cuando el valor de la moneda local es inconsistente por alta inflación ¿Hay riesgos de hiperinflación?
– La inflación en Argentina tiene un problema estructural. Esto quiere decir que no se soluciona ni en el corto ni en el mediano plazo. Para abordarla hay que remover las cuestiones estructurales que tienen que ver con la concentración económica, con la extranjerización, con las restricciones fiscales, con las restricciones externas, es decir, es multicausal y multidimensional. Tiene problemas de dimensionamiento, de cálculo y de precios relativos, y eso es muy problemático para la economía porque genera distorsiones. El problema en el país siempre estuvo en el diagnóstico. Nosotros hemos aplicado diferentes recetas y siempre tuvimos inflación, de hecho ahora tenemos una esterilización monetaria fabulosa con tasas insoportables y la inflación es un derrotero que va a llegar al 45%. Con diagnósticos y políticas monetaristas, en el 2016 la inflación fue de 41%, en el 2017 llegó al 26% y este año rondará el 45%. Es evidente que se están equivocando de diagnóstico. Ahora bien, los procesos de hiperinflación ocurren cuando se espiraliza la inflación, es decir cuando se convierte en autosostenida y eso se genera con las corridas cambiarias.

– Desde el gobierno aducen que lograron parar la corrida cambiaria y que la cotización de la divisa norteamericana está estable ¿El dólar ha llegado a un nivel de equilibrio?
– Para mí el equilibrio sigue siendo un concepto de la física y no de las ciencias sociales. Si bien no es algo exacto, hay una forma econométrica de determinar si un tipo de cambio está atrasado o adelantado y es un método que utiliza el Banco Mundial que es: producto por poder adquisitivo. Consiste en medir el nivel de ingreso per cápita a través de una canasta estandarizada a nivel mundial. De acuerdo a estos cálculos del Banco Mundial, Argentina estaría “en equilibrio”. Ahora, si lo mirás empíricamente ves que el sector agroexportador quería el dólar a $25, después a 30, luego tocó los 40 y ahora lo quieren a $50. Aún hay mucha cosecha no liquidada. Si analizamos las exportaciones que se dieron a conocer recientemente, en el mes de septiembre cayeron las exportaciones de granos. El pequeño superávit se lo regaló el complejo minero. Estamos en un proceso de reprimarización, pero el mercado cambiario sigue sin dólares. Entonces esta cotización de hoy puede ser una calma chicha, en donde parte de la fuga de divisas menguó por una pérdida de poder adquisitivo generalizada.