En el año de mayor visibilidad feminista, más de 50 mil mujeres reunidas en Trelew en su Encuentro Nacional renovaron el reclamo por la legalización del aborto con una marcha que cubrió tres kilómetros, una concentración inédita para esa ciudad
Desde Trelew
El 33º Encuentro de Mujeres realizó su marcha en Trelew, desde Irigoyen y Brasil hasta el centro de la ciudad, desde las 18 hasta las 20.30, con una multitud de mujeres que viajaron desde todo el país para reclamar por sus derechos. La Patagonia rebelde es feminista. Y vibró con una multitud de treinta cuadras (de veredas anchas similares a una avenida) que transitó, con cantos y reivindicaciones, en un evento inédito en el lugar. La sede austral fue el lugar más chico de todas las localidades en que se realizó el Encuentro (Resistencia, Rosario, Mar del Plata, San Juan, Salta, Mendoza, Tucumán, Bariloche, Posadas, Buenos Aires, entre otras) en tres décadas y cumplió con el desafío de ver caminar a más de cincuenta mil mujeres y trans en una localidad de 100.000 habitantes que recibió a una cantidad de visitantes equivalente al 50 por ciento de la población el 13, 14 y (hasta) el 15 de octubre.
El Encuentro se extendió por la aridez patagónica, en donde el paisaje muestra horizonte, mar, playas y el comienzo de algunas mesetas, y repartió visitantes por Puerto Madryn, Playa Unión, Dolavon, 28 de julio, Gainman y Rawson, entre esqueletos de los dinosaurios más grandes del mundo y el renacimiento de la violencia promovida por grupos conservadores y religiosos. En escuelas, salones de usos múltiples (SUM) y sindicatos se alojaron 29.500 mujeres. Además, se abrió un Facebook solidario para alojamientos compartidos o en casas de familias y toda la disponibilidad hotelera o turística tenía carteles de camas agotadas.
En el camino hay chicas que fueron estafadas o se les rompió el colectivo y se tuvieron que quedar en Buenos Aires. Pero, además, la Gendarmería reviso micros y hubo treinta unidades que no dejaron avanzar en Bahía Blanca. Además, hubo pedreadas contra escuelas en las que se alojaban integrantes del Encuentro de Mujeres. Daiana Asquini, de Las Piqueteras, contó lo que vivieron en la escuela 744 el sábado al mediodía cuando varones adultos empezaron a tirar piedras: “Nos dijeron que nos iban a matar y que íbamos a morir. A la noche vinieron a amenazar. Llamamos a la policía de Chubut y nos dijeron que no podían mandar a un móvil para protegernos salvo que paguemos aparte el servicio”.
En la Escuela 793 tiraron piedras, en un mecanismo para intentar intimidar a las visitantes y boicotear futuros Encuentros. “Nos tiraron piedras en la escuela cuando había algunas compañeras y rompieron el caño del agua”, explica Julieta Greco, de la Agrupación Futura. Las piedras, en algunos casos, fueron arrojadas por niños y niñas. Pero no se trató de una travesura, sino de una manipulación hacia la infancia que podría provenir de sectores religiosos. Cuando una integrante del Encuentro se acercó a una niña para regalarle una carta que había traído al Encuentro ella se lo rechazó y le dijo: “No quiero este regalo porque yo amo a Dios y ustedes vienen a matar bebés”.
La periodista Estefanía Pozzo analizó que la territorialidad de los sectores evangélicos antiderechos (inflamados por el freno al proyecto de aborto legal, seguro y gratuito en el Senado) tiene una incidencia territorial que solo compite con la incidencia federal, política y territorial del feminismo al que buscan tomar como enemigo. Por eso, el canto de la marcha surge como una victoria: “Qué momento, que momento, a pesar de todo, les hicimos el Encuentro”. Las intimidaciones no terminaron ahí. Durante la marcha se veía a hombres que filmaban el paso de las columnas.
Al final de la marcha, un grupo chico de manifestantes repudiaron a la Iglesia que estaba vallada y custodiado por uniformados con máscaras para tirar gases en el centro de Trelew. El rechazo a la complicidad de la Iglesia católica con la dictadura y la participación y encubrimiento a los curas abusadores se expresaron en cantos. Al cierre de esta edición las fuerzas de seguridad tiraron gases lacrimógenos y balas de goma. Se produjeron incidentes en la Municipalidad y la Iglesia. Hubo al menos tres detenciones.
La marcha también circuló por barrios vulnerables –Presidente Perón y Don Bosco– y no se produjeron conflictos, ni incidentes. Tampoco presencia policial. La mayoría de los vecinos salían con su celular a registrar un desfile de lucha, glitter, brillos y cantos que no suelen ver en sus calles y tampoco cubre ni reproducen los medios masivos de comunicación.
Una de las razones para que el Encuentro se realizara en la Patagonia fueron las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Los carteles que pedían justicia para ellos se vieron en la marcha en Trelew. Además, se cantó “ole, ole, que el Encuentro sea plurinacional”, en consonancia con el reclamo de las mujeres de pueblos originarios que pidieron que la lucha feminista no sea racista y que derribe las fronteras. En ese mismo sentido, uno de los cantos que sonó más fuerte en la marcha patagónica, en donde la criminalización al pueblo mapuche es uno de los ejes del reclamo, fue “Memoria ancestral, plurinacional”. Además, la marcha recorrió Trelew, con el grito de “Mujer escucha, únete a la lucha”. Y se criticó el avance de Jair Bolsonaro en las elecciones brasileñas al grito de “Ele nao”.
Sin duda, la columna de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito fue una de las más numerosas. Y el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, la gran consigna del feminismo en el 2018, fue reafirmado por el Encuentro Nacional de Mujeres. “Es una derrota parlamentaria, pero la alianza con las chicas del secundario es una victoria en sí misma. Las chicas tienen que saber que las derrotas, aunque no sean tan resonantes, no nos han detenido”, contextualizó la pionera de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Grauito, Martha Rosemberg, en charla con Futurock, apenas unas horas antes de la marcha.
Uno de los factores determinantes del 33º Encuentro de Mujeres fue la participación activa de la revolución de las hijas con un protagonismo sub 18 de una masividad inédita y con una gran cantidad de estudiantes secundarias de colegios como el Carlos Pellegrini, Nacional Buenos Aires, Julio Cortázar y algunos otros acompañados por algunas madres y docentes. La columna de secundarias marchó delante de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y atrás de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) e implica un alto grado de organización de chicas que todavía, ni siquiera, tienen acceso al voto o a ser representantes políticas y que tienen que conseguir fondos para poder viajar, comer y alojarse. Ya no son aleatorias, sino protagonistas de su propio movimiento en el que quieren discutir y tener voz en sus propias demandas etarias.
En el 33º Encuentro de Mujeres (que muchas piden que sea llamado también de lesbianas y tras) se llevaron adelante setenta y tres talleres en escuelas la mañana y la tarde del sábado y el domingo para tratar las estrategias para el aborto legal; la adolescencia; el activismo gordo; el trabajo sexual; las mujeres originarias; el futbol; el acoso y muchísimos otros temas y se realizó una marcha contra los travesticidios. Hoy se elegirá la próxima sede 2019.
El reclamo por la separación de la Iglesia y el Estado se hizo sentir más fuerte que nunca con pañuelos naranjas que se sumaron al verde de la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito y con cantos y pintadas contra la influencia de las iglesias en los derechos y deseos de las mujeres y cuerpos gestantes.
En Trelew, más allá de la reacción de los fundamentalismos religiosos y la intimidación (o zona liberada) de la policía, Infantería y Gendarmería, la mayoría de los habitantes sentían que les habían vendido una película de terror falsa. En los medios de comunicación les dijeron que venía una horda de mujeres, que compraran provisiones, agua y cargaran nafta como si pudiera invadirlas un grupo de alienígenas. “La televisión no muestra nada, no sabíamos de qué se trataba, tuvimos que buscar en Internet”, contó, sorprendido, un puestero que vendía lomitos en la Feria Gastronómica “Al horno el patriarcado” (que es la primera vez que se realiza) en donde las cajas de chocolates, los budines de manzana o mandarina, los licuados de moras o daikiris y los choris y hamburguesas veganas o las viandas de ensalada rusa y pollo compartían puestos con las visitantes que llegaban hasta las calles en alto para comer y, también, reproducir formas de economía sorora y feminista. Además, muchos negocios de ropa tenían a sus manequies con pañuelos blancos con símbolo del Encuentro en el cuello y otros de chocolate o bombones daban la bienvenida a las visitantes.
Uno de los reclamos de la marcha fue por la desaparición, en La Plata, de Johana Ramallo. También se recordó a Michelle Franco, la concejala lesbiana y feminista, asesinada en Río de Janeiro y a Berta Cáceres, feminista y ambientalista asesinada en Honduras, víctimas de femicidios políticos.
El glitter verde y violeta, con el brillo en el rostro, los ojos, la piel y los cuerpos multiplicados mostró a las mujeres más que nunca, unidas, diversas, plurales, movilizadas y con cap