El cierre de la planta Williner en Suardi es un nuevo fracaso para nuestra comunidad que se dió el lujo de perder otro emprendimiento industrial en plena cuenca lechera

El 31 de agosto de 2018 quedará marcado a fuego para muchos habitantes de Suardi con el cierre de la fábrica Williner, para otros pasará desapercibido, pero para TODOS, las consecuencias serán lamentables.
El final de un emprendimiento productivo no es gratuito para ninguna comunidad, más allá de que muchos opten por minimizar o buscar excusas donde nos las hay. Lamentablemente en Suardi, nos dimos el lujo de tropezar dos veces con la misma piedra: primero con el cierre, a fines de los 90, de la planta SanCor y ahora con Williner.
Es paradójico, que en una localidad enclavada en el centro de la cuenca lechera, se cierren dos plantas lácteas. Esas fábricas no elaboraban jugos cítricos, o vino, o cualquier otra producción regional extraña a lo que nos rodea, que es LECHE. 
Cuando uno escucha a los industriales, siempre dijeron, dicen y dirán que se instalan lo más cerca posible de la materia prima a elaborar por la famosa relación costo-beneficio. Sin embargo, Suardi, parece la exepción a la regla. 
Desde la empresa se dijo que la decisión de desactivar la planta pasaba por el atraso tecnológico de la planta y por la determinación de ir centrando las actividades en Bella Italia. Lo curioso es que esta planta fue levantada mucho después que la de Arrufó y siempre se concretaron inversiones que la fueron agrandando. 
Por el contrario, la planta de Arrufó estaba prácticamente paralizada y era una unidad menor. POR ESO NO CREO, con el respeto que me merecen sus dueños, en los justificativos que se dieron. Más aún, en diálogos que mantuve a lo largo de años de profesión con el señor Alfredo Curiotti, siempre dijo que a futuro también tenían intenciones de levantar un frigorífico.
Si bien las condiciones económicas de nuestro país cambian a cada momento, es llamativo que una planta más nueva, desde la infraestructura, sea cerrada para modernizar otra mucho más pequeña, incluso con maquinaria que se llevó desde Suardi.
ME PERMITO NO CREER en la explicación empresarial, y la respuesta la encuentro en la llegada del GNEA a la localidad de Arrufó. Es lógico que una empresa quiera funcionar con esa fuente de energía, mucho más barata, que con calderas alimentadas con cualquier otro combustible.
Es una verdad revelada que aquellas localidades con gas natural tienen ventajas competitivas en relación a las que no lo tienen.
Pero también incluyo la deslealtad de varios empleados, que con el tiempo fueron colmando la paciencia de los dueños. Por eso siempre llamó la atención el SILENCIO que mantuvo el gremio ATILRA.

Sólo cuando la determinación ya estaba tomada, realizó una movilización por las calles de Suardi, que sonó más a puesta en escena que a una verdadera protesta por los puestos de trabajo que iban a caer.

El esfuerzo y el trabajo de aquellos suardenses que hace más de 20 años lucharon para que la empresa se instale en Suardi, ante la partida de SanCor, fue despilfarrado por aquellos que no supieron ver a tiempo lo que estaba pasando.

Hubo inacción política de las autoridades que siempre minimizaron el rumor del cierre, manifestando incluso que había un PLAN B que, en realidad, nunca existió. Indudablemente el costo político que tendrán que afrontar será importante, porque no supieron levantar la voz y gestionar con tiempo en favor de su comunidad.

Por eso, el 31 de agosto de 2018 marcó otro fracaso para Suardi, que repitió una historia nefasta y que nos perjudica en el desarrollo como CIUDAD.