El presidente venezolano fue reelecto en unos comicios que transcurrieron sin incidentes y con una participación electoral cercana al 50 por ciento en la cual la oposición llamó a no votar. Triplicó el votos al segundo candidato más votado, Henri Falcón, de Avanzada Progresista
Tibisay Lucena, titular del Consejo Nacional Electoral (CNE) leyó el primer parte oficial del escrutinio presidencial. Destacó que el proceso electoral careció de incidentes pero al mismo tiempo señaló que la tendencia es irreversible. Mantuvo la tensión al pedir que «las fuerzas políticas nacionales e internacioales respeten el resultado electoral que decidió en paz el futuro del país». Aseguró que el nivel de participación fue del 46.01% del padrón, con proyección al 48%. De este total Maduro obtuvo 5.823.728 millones de votos y su principal contrincante Henri Falcón colectó 1.820.552 votos
El proceso electoral que debe definir el nuevo presidente de Venezuela concluyó a las 18 (19 de la Argentina) tal como lo prevé la ley Electoral de este país. Mientras tanto, en los centros de votación continúan emitiendo el voto aquellos que se encuentra dentro de las instalaciones. El foco estuvo puesto en el porcentaje de participación electoral ya que la oposición más radicalizada contra el gobierno de Nicolás Maduro llamó a no votar con la intención de deslegitimar el proceso bolivariano y agudizar la crisis económica que atraviesa el país.
En ese sentido, durante toda la jornada electoral, que comenzó a las seis de la mañana, la convocatoria al diálogo y el llamado a un proceso de reconciliación nacional con todos los sectores políticos, económicos y sociales de Venezuela, se transformó en el principal mensaje del chavismo que repitió sin solución de continuidad durante todo este domingo. Lo dijo el presidente Nicolás Maduro muy temprano en la mañana pero también sus ministros e incluso aquellos electores que fueron consultados por los medios públicos y privados.
La disputa, sin duda, no estuvo concentrada en quién sería el nuevo presidente sino en frustrar el abstencionismo impulsado por los sectores más ultras de la oposición que, en el mejor de los casos, pretenden deslegitimar al gobierno bolivariano y, en el peor escenario, agudizar la crisis económica que atraviesa el país latinoamericano para terminar a través de una intervención militar extranjera con la experiencia chavista que ya lleva 19 años y 24 elecciones.