Condujo a Perú a la clasificación a Rusia y cortó una ausencia de 36 años en mundiales. «El Flaco» es héroe nacional siendo que como jugador argentino, mandó al seleccionado bicolor a un repechaje que le impidió estar en México 1986.

Asentía Ricardo Alberto «Tigre» Gareca. Elevó la vista hacia el cielo, varias veces, buscando a su padre, aquel que lo inició en el fútbol. Como suele suceder, cuando llega un gran triunfo profesional y ves que hay un vacío imposible de llenar en esa escena.
Y, con el pitazo final del juez francés Clément Turpinque consumaba la clasificación de Perú a un Mundial tras 36 años de ausencia, “el Flaco” se quebró y lloró. No salió a levantar los brazos porque no es un demagogo. Pero sí, fue verdad que por unos segundos, la emoción le sacó el traje del DT y dejó ver a la persona. A su gratitud.

Cuando volvió en sí, Gareca agradeció a sus colaboradores, a sus jugadores y al pueblo peruano.

Los abrazos más fuertes fueron para el preparador físico Néstor Bonillo y para su ayudante de campo Hugo Alves, quienes son sus colaboradores históricos, y los que lo acompañaron casi siempre.

En las buenas, como en esta gesta peruana o en Talleres, un mundo en el que le fue muy bien al conducir al equipo al ascenso histórico de 1998 y la Copa Conmebol (luchando con la falta de pago del plantel y las dificultades para conseguir predios para poder entrenar) y también ser parte de las campañas que lo llevaron al Federal A, aunque en el recuerdo personal y en el de la gente persiste una relación idílica. Es más, vivió muchos años en Córdoba, a la que vuelve para visitar a sus nietos, Felicitas y Benjamín.“Lo que hicieron los muchachos es increíble. Les quiero agradecer a ellos, también a mis colaboradores como Hugo Alves, Néstor Bonillo, Sergio Santín, Nolberto Solano, a todos y también al pueblo peruano. A mi familia, que sin ellos no soy nada. A mí viejo. Todo fue por él”, dijo emocionado “el Flaco”, al borde del campo de juego, mientras buscaba a Milton, uno de sus hijos, que lo había ido a acompañar.

“Y sobre todo al pueblo peruano”, repitió Gareca, quien se reiventó en Perú, ya que luego de salir del fútbol argentino, se fue a tierras incaicas para sacar campeón a Universitario de Lima. Desde allí lo repatrió Vélez, con el que edificó un ciclo brillante, cuando pocos habían compartido esa apuesta que había realizado el entonces manager del Fortín, Cristian Bassedas.

También fue importante Juan Carlos Oblitas (el ex jugador local es autoridad en la Federación Peruana), quien lo sostuvo al comienzo de esta eliminatoria en la que se registraron cuatro derrotas y dos empates.

“El Flaco” no durmió y Perú tampoco. Después de ocho eliminatorias, 124 partidos, la selección estará en Rusia, 36 años después de aquel España 82.

“Quiero agradecer a todos los jugadores que formaron parte de este proceso. Hay algunos que no están ahora con nosotros, pero que aportaron en su momento. A ellos, al pueblo y también a Paolo Guerrero. Es nuestro capitán, es un ídolo, es alguien que sabemos el amor que le tiene al Perú y que los hinchas le tiene. Es para él y para todos. También es bueno que haya clasificado Argentina. También estoy contento por eso”, dijo en conferencia de prensa.

La consagración también fue paradójica y reparadora.

Hace 32 años, en junio de 1985 para ser exactos, el entonces delantero de la selección argentina Ricardo Gareca apareció de sorpresa en el área peruana y anotó un polémico gol, en sociedad con Passarella y sospechado de falta contre el defensor Chirinos, que terminó clasificando a Argentina a México 86′ y envió a Perú a jugar un repechaje con Chile, terminó perdiendo. El elenco incaico no fue a esa cita ecuménica y Gareca tampoco, porque el DT Carlos Bilardo, no lo convocó.

Ahora, como técnico de Perú, el «Tigre» lo retorna a los mundiales.

La siguiente imagen lo mostró levantado por los jugadores en el vestuario. Soñado y merecido. En Perú es feriado y Gareca, es héroe nacional. Fue el rugido más fuerte del «Tigre».