Bolivia lleva más de una década creciendo en un promedio del 5% anual, el más alto del continente, incluido los Estados Unidos.

Algunas de las razones de este crecimiento inusual y sostenido se ensayan en una nota de BBC mundo que trata el tema. Una de ellas es la prolija política de administración de los recursos obtenidos por la explotación de los hidrocarburos y el gas natural, nacionalizados en 2006

Pero además de ello, fue capaz de diversificar su agenda exportable, incluyendo la venta de diésel, soja y estaño, procurando no amarrar su desarrollo a la explotación del gas natural, Sí, es cierto, ha crecido gracias a los cuantiosos ingresos que le dan las exportaciones de gas natural (que le vende a Brasil y Argentina), corriendo el riesgo de anclar su desarrollo a este recurso.

En 2016, Bolivia creció un 4,3%, por encima de Paraguay y Perú, que lo hicieron el 4,1% y el 4 respectivamente, y por Colombia, Chile y Uruguay, con un 2%, 1,6% y 1,5%. Un panorama que contrasta con la contracción del 0,9% que sufrió la economía latinoamericana en su conjunto.

La nacionalización de los hidrocarburos inauguró una nueva política en materia de tributos, que impuso a la docena de empresas multinacionales que explotan el recurso, el pago de un porcentaje que oscila entre el 50% y el 85% del valor de la producción.

Pasada la década en la que el valor de las materias primas alcanzó cifras récord, su baja en los mercados  –a partir de 2014-encontró a Bolivia con reservas que pasaron de ser de US$ 700 millones al comienzo de la administración de Evo Morales, a US$ 20.000 millones en 2016 Un colchón que pasó de US$700 millones a US$20.000 millones, configurando un ahorro que le permitió amortiguar la caída de precios.

Pese a partir de pésimos índices en materia de desigualdad, siendo el país con mayor inequidad en el ingreso de América Latina, entre 2004 y 2015 Bolivia –estimulando el ahorro y la demanda interna- logró reducir los índices de pobreza del 63% al 39% entre 2004 y 2015, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), ubicando los guarismos en una cifra intermedia en el subcontinente.

Los adversarios de Morales, denuncian su continuidad en el gobierno, la creación de una nueva burguesía aymara y la creciente corrupción instalada en el gobierno, pero las mismas no llegan a empañar la imagen de un proceso que se instaló en un país en ruinas, que entre 2001 y 2005 tuvo cinco presidentes y que debió afrontar la conflictividad y el secesionismo de la burguesía de las regiones más ricas del país.