Además de dejar al descubierto el circuito de armado de las declaraciones de arrepentidos, para que digan lo que quería el Gobierno, Giselle Robles ofreció prueba del involucramiento de la ministra de Seguridad y la dirigente de la Coalición Cívica con Leonardo Fariña.

La ex abogada de Leonardo Fariña terminó de declarar en la madrugada de este martes mencionando a los dos operadores de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que, según el propio Fariña, guionaron su falsa declaración de arrepentido. Pero la letrada Giselle Robles no paró ahí. Página/12 adelantó en exclusiva que también quedó identificada la abogada cuyo apellido empieza con la letra G y que fue la persona contratada por la AFI para entrenar a Fariña de cara a su declaración. En el anochecer del lunes, Robles también le aportó al juez Alejo Ramos Padilla una serie de chats en los que quedó claro que la ministra Patricia Bullrich y la diputada Elisa Carrió auspiciaban la excarcelación de Fariña, al punto que le transmitieron por mensaje a la abogada que, ante cualquier dificultad, hablara con la diputada Paula Olivetto, mano derecha de Carrió. Durante la declaración de Robles, el magistrado convocó a peritos informáticos que bajaron los chats y los mails que son prueba del armado de la declaración de Fariña que luego se usó en distintas causas contra el kirchnerismo.

Robles llegó a Dolores después que el ex espía Rolo Barreiro contara que la banda que integraba Marcelo D’Alessio hostigaba a la abogada, la seguía incluso cuando estaba con sus hijos, e intentó acceder a su auto al menos dos veces. Todo indica que el plan era plantarle droga en el vehículo y sacarla de la cancha metiéndola presa. Ante esas confesiones de Barreiro, la ex defensora de Fariña se presentó en Dolores con un escrito y el lunes completó todos los detalles con una declaración testimonial de casi 12 horas, aunque interrumpida de a ratos por el trabajo de los peritos.

La abogada contó que ella nunca vio a los dos operadores de la AFI que dirigieron toda la operación para que Fariña hablara de la obra pública de Santa Cruz, un tema sobre el que Fariña no tenía la menor idea. Sin embargo, el arrepentido le contó a Robles y ésta al juez, quienes fueron esos dos operadores de la AFI. Por una cuestión de mecánica de la investigación los dos nombres se volcaron como X1 y X2 en la declaración, pero el trascendido es que fueron Eduardo Miragaya y Carlos Sidrás. Al menos Miragaya fue reconocido como un contratado por la AFI en la visita de los titulares de la central de espías a la Comisión de Seguimiento de Operaciones de Inteligencia.

El objetivo del armado de una declaración falsa de Fariña fue involucrar a Cristina Fernández de Kirchner en el caso de lavado de dinero en el que estaba acusado Lázaro Báez. Si el constructor había sacado dinero al exterior fugando divisas, el caso era personal de Báez, en cambio si el dinero era producto de sobreprecios y maniobras en la obra pública, se podía acusar a la ex presidenta. Por eso fue necesario coachear al arrepentido.

Miragaya fue imputado por el armado de otra operación de máxima gravedad. Se trató de instalar, a través de dos testigos falsos, que el juez Sebastián Casanello no llamaba a indagatoria a CFK porque había estado reunido con ella en la quinta de Olivos. La versión fue difundida hasta el cansancio por periodistas afines a Cambiemos. Hoy los dos testigos van camino a un juicio por falso testimonio porque se probó que Gabriel Corizzo y Carlos Scozzino –que hablaron ante Carlos Stornelli– nunca estuvieron en Olivos y, por lo tanto, mintieron. Pero el juez Casanello insiste con el papel que jugó Miragaya, que figura en los cruces telefónicos con los dos testigos falsos. Y, además, hubo una operación para infiltrar a la defensa de los hijos de Báez, también protagonizada por abogados ligados a la AFI. En su visita al Congreso, los titulares de la AFI confirmaron que Miragaya fue contratado por la central de espías pero que no se le renovó el contrato «porque su labor no conformó».

Un punto clave de la declaración de Robles fue que puso a disposición su computadora y su celular. Ramos Padilla convocó a peritos que bajaron los mails que le llegaron a la casilla elturista@protonmail.com. En esos correos venían todas las instrucciones de lo que Fariña debía decir para involucrar a CFK y la manipulación fue tan burda que el arrepentido volcó lo que le decían en una declaración judicial en la que están copiados hasta los puntos y las comas. Con la prueba aportada por Robles queda en evidencia que esos mails fueron anteriores a la declaración de Fariña y que fueron la base de todo lo que dijo o aportó por escrito. Lo que descubrió Ramos Padilla es de máxima gravedad, porque indica cómo se armaban causas y declaraciones.

El juez también bajó del celular de Robles una serie de chats entre la abogada y un periodista. Este último le preguntó a la letrada si ya había presentado el pedido de excarcelación de Fariña porque «Patricia Bullrich y Carrió quieren darle una mano». El periodista concluyó la serie de mensajes diciéndole a Robles que, ante cualquier dificultad, se comunique con Paula Olivetto, la diputada que es la mano derecha de Carrió.

El final de la historia fue escandaloso como todas las maniobras previas. El Tribunal Oral Federal número 1 de La Plata aprovechó una licencia del juez Carlos Rozansky para votar la excarcelación de Fariña. En la reunión que se hizo en su momento entre el ministro Germán Garavano, la abogada Robles y Fariña, el titular de Justicia le prometió al arrepentido que sacaría de la cancha a Rozansky. Después le alquilaron un departamento de 1.500 dólares mensuales a Fariña y hasta allí tuvo que ir la abogada G, contratada por la AFI, a entrenar al arrepentido para que hable de obra pública e involucre a CFK. No está claro si las dos visitas de G. quedaron registradas por la custodia pero, por lo que se sabe, G irá a declarar a Dolores, contará cómo fueron las cosas y que ella fue usada para una maniobra que desconocía.

El testimonio de Robles redondea el cuadro existente en la causa de Dolores: plantado de pruebas, extorsiones, coacciones, el falso armado de declaraciones y, sobre todo, la persecución política como trasfondo fundamental.

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