La crisis en la política tras el avance del Lava Jato impactó en el voto ciudadano. La incógnita recae en el desempeño de Haddad, con miras al balotaje.

Brasil abre el juego este domingo a un nuevo capítulo de su historia electoral con el llamado a las urnas para votar al sucesor de Michel Temer. Llega a esta elección en un escenario complejo no solo para quien logre llegar al Palacio del Planalto sino también por la conformación del Congreso. Además de la presidencia se eligen cargos legislativos nacionales y estaduales, como también gobernadores.

Con el ultranacionalista Jair Bolsonaro del PSL cada vez más establecido en el primer lugar, la incógnita recae principalmente en el desempeño del petista Fernando Haddad, con miras a un casi asegurado balotaje.

El panorama es complejo, ya que el líder político más popular -Lula da Silva- no puede presentarse y quien está primero en las encuestas -Bolsonaro- está convaleciente. Además, se produjo una ruptura entre gran parte de la sociedad brasileña y la política tradicional luego del impeachment a Dilma Rousseff en 2016 y con el avance sin pausa del Lava Jato, que tambiién repercutió en las alianzas partidarias.

Gabriel Puricelli, sociólogo y coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas, sostuvo que en Brasil hay «una crisis política que está en curso» y que tiene implicancias en el desarrollo de la campaña electoral».

«El sistema de corrupción que pone en evidencia el Lava Jato provocó una crisis de credibilidad muy fuerte, que combinada con una fase económica mediocre, han llevado a un distanciamiento ciudadano de la política muy grande que se expresa primordialmente en ese voto de protesta que se espera en favor de la candidatura de Bolsonaro», opinó Puricelli, en diálogo con Ámbito.com.

Para el politólogo Andrés Malamud, investigador principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, la actualidad brasileña muestra al sistema político en un estado de «degeneración más que de regeneración».

«Las megaoperaciones anticorrupción erosionan el sistema político existente pero no crean uno nuevo. Al caer los partidos establecidos, que mantenían un orden corrupto, el orden suele deteriorarse más que lo corrupto», profundizó.

La debilitación del sistema político brasileño ante las numerosas causas de corrupción, tuvo como consecuencia la reaparición de un movimiento ultranacionalista encarnado en el ex capitán Jair Bolsonaro, un diputado fanático de la retórica del odio que se sirvió de un electorado desencantado para impulsar su candidatura.

Para Puricelli, se trata de un candidato «que está en los niveles de intención de voto que está no por su liderazgo ni por la organización que lo respalda sino sobre todo porque expresa un voto de ruptura radical con todo el sistema político brasileño, incluido partidos y liderazgos personales«.

Malamud coincidió en ese sentido al señalar que el apoyo a Bolsonaro es el «voto bronca» pero con una fuerte combinación «con el histórico racismo y clasismo de las clases altas brasileñas en el cual el machismo también influye, pero sin exclusividad de clase». La respuesta ante esto último provino de millones de mujeres que construyeron el movimiento «Ele Nao» para repudiar la misoginia del candidato.

En cuanto al rol de Haddad, Puricelli sostuvo que es un candidato que tiene ventajas propias de su perfil pero que está lejos de generar la atracción que el PT hubiera logrado con Lula.

«Es un candidato con virtudes. Pasó muchos años al frente del Ministerio de Educación y está asociado a políticas innovadoras y aplaudidas. Pese a ello remarcó que «no tiene el arrastre y el carisma de Lula» pero «tanto el PT como máquina electoral como el ex mandatario son mucho más fuertes y van a aportar sin duda mucho más caudal electoral que la candidatura misma de Haddad».

En tanto que Malamud apuntó que «el encarcelamiento del expresidente no tuvo impacto negativo entre quienes los apoyan«. Pese a la avanzada judicial, el apoyo hacia el PT como partido mantuvo su núcleo duro.

Los últimos sondeos ubican a Bolsonaro y Haddad en una fuerte disputa. Según Datafolha, el primero volvió a estirar su ventaja este jueves a 35% de intención de voto, tres puntos más que la encuesta anterior. Asimismo, Haddad se ubicó nuevamente en el 22% y de cara a un balotaje ya no es tan clara su victoria sino que estaríamos ante un virtual empate. Debajo de ellos aparecen Ciro Gómez del PDT con 11%, Gerardo Alckim del PSDB con 8% y Marina Silva de REDE con 4%.