Si bien su balance anual arrojó ganancias para sus accionistas por $386 millones y un resultado positivo global de $1.118 millones, se sostuvo por mayores ventas en los segmentos de agronegocios y envases y no por su «core business». Es decir, por las ventas de alimentos y golosinas.

(Por Andrés Sanguinetti) La complicada situación que atraviesan las empresas vinculadas al sector de consumo masivo también afecta las operaciones de Arcor. La principal multinacional argentina de la alimentación no logra recuperar volúmenes de venta adecuados a su estructura local y sigue mostrando balances con ganancias cada vez mas acotadas.

Su performance se suma a la de Molinos Río de la Plata, que el año pasado perdió $187 millones, afectada por aumentos de precios menores a la inflación de ese período y también por la suba del dólar y de sus costos fijos, además de un fuerte incremento de las importaciones que, hasta ahora, obligan a las empresas locales a concentrar sus esfuerzos en sostener sus actuales niveles de ventas resignando cada vez más ganancias.

En el caso de Arcor, si bien no sufrió un balance negativo en 2017, sus resultados arrojaron una rentabilidad para sus accionistas de $386,8 millones y ventas a terceros por $35.293 millones. Esto significa un nivel de ganancias de 0,8% sobre sus ventas contra el 1,2% del 2016 cuando su balance arrojó un resultado positivo de $454 millones con ventas por $26.961 millones.

Los ratios de rentabilidad se mantienen bajos desde por lo menos los últimos siete años, en los cuales oscilan entre el 0,5% y el 1,2%, con escenarios de mayor inflación e incremento de las importaciones, entre otros escenarios cambiantes. Si bien en el balance enviado a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires se puede apreciar una ganancia total de $1.118,7 millones, la diferencia que surge de restar a esa cifra los $386,8 millones corresponde a la rentabilidad atribuible a operaciones internacionales donde Arcor participa con otros socios como Danone y Bimbo.

Además, si se consideran los resultados de su segmento de alimentos, se evidencia los menores ingresos que sufre el holding cordobés de la familia Pagani que, en parte, son compensados por otras áreas operativas como los agronegocios y la producción de envases. Teniendo en cuenta este escenario de contracción, el grupo mantuvo una política financiera centrada en la generación de fondos que le permitan encarar las operaciones comerciales y financiar su plan de inversiones y adquisiciones.

Al respecto, el informe destaca como hechos positivos la mayor desregulación del mercado cambiario y financiero impulsada por el Gobierno, «lo que nos permitió operar de una forma mucho más eficiente».

También hace referencia a la eliminación de la obligatoriedad para el ingreso de divisas de fondos provenientes del mercado de exportación y recuerda la emisión de dos nuevas series de Obligaciones Negociables (ON) $1.500 millones a 48 meses de plazo. El año pasado, el directorio de Arcor también autorizó la reapertura del bono internacional en dólares Clase Nº 9 por u$s150 millones con vencimiento el 6 de julio del 2023. Adicionalmente, obtuvo un préstamo financiero con una entidad bancaria local por u$s50 millones a un plazo de cinco años.

«Con estas operaciones se logró mejorar sustancialmente el perfil de vencimientos del grupo en Argentina y mantener los canales de financiamiento bancarios y de mercados de capitales operativos», argumenta el informe de Arcor.

En cuanto a los lineamientos financieros para este año, el grupo cordobés anticipa que se centrarán en mantener el flujo de fondos necesario para las demandas de capital de trabajo, plan de inversiones y el cumplimiento de las obligaciones financieras contraídas, y enfocar la atención en el costo financiero, y la relación con entidades bancarias e inversores institucionales.